Se calienta el golfo de Ormuz

0
4528
Petrolero noruego Front Altair, víctima de disparos, muy cerca al sitio donde se encuentra la V Flota de la Marina de Guerra de los Estados Unidos.

Las presiones, sanciones y provocaciones contra Irán comenzaron después de que, en mayo de 2018, Washington rompió el acuerdo nuclear que junto a otras potencias había suscrito con ese país pérsico

Alberto Acevedo

Por el estrecho de Ormuz, que en su parte más angosta mide apenas unos 40 kilómetros, y en su parte ancha no llega a cien, pasa, sin embargo, cada día, la quinta parte de todo el petróleo que se consume en el mundo. Es por tanto la ruta marítima más transitada para buques petroleros. Intentar cerrar el paso por esta vía significaría una hecatombe en el mundo de la economía.

Pero las constantes provocaciones militares de los Estados Unidos, que tiene en ese escenario acantonada a su poderosa V Flota de la Marina de Guerra y el anuncio de última hora de que enviará nuevos contingentes, apuntan a la posibilidad de que, en cualquier momento, una acción militar deliberada o un mal entendido, desaten el incendio y los temores se hagan realidad.

En los últimos meses se ha producido una serie de incidentes que ponen bajo sospecha a los Estados Unidos, en el sentido de que está fabricando ‘falsos positivos’ para provocar a las fuerzas iranés y tener argumentos para armar una coalición internacional con sus aliados, bajo el pretexto de que hay que escoltar a los buques petroleros. De ahí a la intervención militar abierta en Irán, no habría sino un paso.

Acciones provocadoras

Las presiones, sanciones y provocaciones contra Irán comenzaron después de que, en mayo de 2018, Washington rompió el acuerdo nuclear que junto a otras potencias había suscrito con Irán y ordenó reanudar las sanciones contra el país pérsico. Irán por su parte, ya sin el acuerdo, ha superado los límites de enriquecimiento de uranio, que Washington y sus aliados dicen que es para producir armas nucleares, pero el gobierno iraní asegura que está orientado a un programa pacífico de producción de energía.

En ese escenario, Trump ha desatado una andanada, ya no de amenazas, sino de acciones concretas. El 12 de mayo, dos petroleros saudíes, uno noruego y otro emiratí, resultaron dañados, a raíz de diferentes ataques en el golfo de Omán, frente a las costas de Emiratos Árabes Unidos. En junio, otros dos petroleros, el noruego Front Altair, y el Kokuka, Kourageous, de Singapur, fueron atacados. En todos los casos se quiso responsabilizar a Irán, pero este país negó tales aseveraciones. Lo curioso es que los ataques se produjeron cerca del sitio donde fondean barcos de guerra norteamericanos.

Irán dispuesta al diálogo

El 4 de julio en Gibraltar, infantes de marina de la Gran Bretaña capturaron al petrolero iraní, de bandera panameña, Grace I, con la excusa de que transportaba petróleo a Siria, objeto de sanciones por parte de la Unión Europea. Las sanciones aludidas se impusieron desde 2011 y nunca se había presentado un incidente de esta naturaleza. El 19 de julio, los cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán anunciaron la incautación del petrolero británico Stena Imperio, “por ignorar las normas y reglamentos marítimos internacionales al atravesar el estrecho de Ormuz”.

Comentando la situación general en la zona, la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, dijo que antes de la retirada unilateral de Estados Unidos del cuerdo nuclear con Irán, el tráfico marino a través del estrecho de Ormuz se realizaba “de manera estable y tranquila. No había necesidad de hacer coaliciones para garantizar la seguridad en la zona, hasta que los estadounidenses empezaron a aumentar la tensión de manera artificial y deliberada”. Rusia e Irán condenaron el llamado de Washington a crear una fuerza multilateral, como un elemento de provocación, y Teherán, por su parte, dijo que “el espacio para la negociación estará completamente abierto”, una vez que Estados Unidos levante las sanciones contra el país pérsico.