Se va Ángela Merkel…y la integración europea a medio camino

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La canciller alemana Ángela Merkel, anunció su salida del escenario político europeo.

Algunos medios de prensa importantes del viejo continente, derraman lágrimas ante el anuncio hecho en la primera semana de noviembre por la canciller alemana Ángela Merkel, que renuncia a la dirección de su partido, la Unión Demócrata Cristiana, CDU, y que no se postulará a una nueva elección para el cargo de canciller de la nación. Se va Ángela Merkel, renuncia al más poderoso cargo político de la Europa de posguerra.

Varios titulares de prensa se preguntan. “Y ahora, ¿qué vamos a hacer?” La realidad es que al margen de un liderazgo que comenzó a esfumarse hace ya bastante tiempo, queda la figura de una canciller fallida, que desaprovechó la aureola que le brindó una Alemania reunificada, tras la caída del bloque socialista y que dejó a los alemanes de los dos lados del muro de Berlín, esperando un prometido estado de bienestar, que terminó siendo un brutal ajuste neoliberal, y la política exterior germana de rehén de la OTAN y de los intereses de Washington.

El gran mérito que puede reclamar la canciller Merkel es su sentido de la oportunidad, que le granjeó enorme prestigio, pero que terminó poniendo al servicio de los poderosos, del gran capital transnacional. Merkel ha sido conocida como la canciller de la “quinta Alemania”, la que surgió de la reunificación, tras la caída del muro de Berlín, en 1990. Su gestión fue la de un gobierno sin complejos nacionales. Pero Merkel no tiene nada que ver con la aureola de sus antecesores, Willy Brandt, Helmut Kohl o Helmut Schmidt.

Una ficción

Tres pilares de la nueva Ale­ma­nia, la de posguerra, la del fin de la ‘guerra fría’, fueron afectados seriamente por la gestión de Merkel en sus 18 años de gobierno.  El primero fue la destrucción del estado social de derecho. El régimen de garantías individuales y de bienestar existente en la antigua República Democrática Alemana, fue desvirtuado con la política de ajustes sociales, de eliminación de subsidios y de trabajo precario. Hoy, en Alemania existen 15.5 millones de pobres, que viven en condiciones miserables.

El segundo pilar tiene que ver con la integración europea y la moneda única. La guerra comercial impuesta por la actual administración de los Estados Unidos, las sanciones impuestas a Rusia y China, la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea con la aprobación del Brexit, el régimen de ajustes financieros y eliminación de subsidios impuestos a Grecia, Portugal, España y otras naciones, y el reciente anuncio de Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Moscú, medidas todas que contaron con la simpatía de Berlín, terminaron haciendo del proyecto europeo una ficción.

Repunte de la ultraderecha

Un tercer aspecto es la política de distensión con Rusia, conocida como la Ostpolitik, que por un momento llegó a reclamar de Europa un continente de paz, para que nunca más fuera escenario de una conflagración mundial. Esa política, gradualmente, ha sido reemplazada por una nueva era de tensiones y de regreso a la ‘guerra fría’.

Agreguemos a ese panorama, que bajo la actual administración de la Merkel, florecieron las tendencias ultraconservadoras y neofascistas, hasta conseguir que en Alemania exista, hoy en día, la mayor fracción parlamentaria de tendencias fascistas en Europa, representada en los 92 diputados del partido Alternativa por Alemania, AfD y sus aliados.