Carlos Fernández*
Las cifras sobre empleo en Colombia, con corte a marzo de 2018, muestran una evolución favorable del mismo, ya sea que se compare la tasa de ocupación de dicho mes con febrero del mismo año o con el promedio de los datos a marzo entre 2010 y 2018. Respecto a marzo de 2017, la tasa de ocupación del año en curso presenta una leve disminución, al pasar de 57,4% en 2017 a 57,0% en 2018.
Paralelamente, el desempleo presenta, también, cifras positivas. La tasa de 9,4% de desempleo, registrada en marzo del presente año, es inferior a la de febrero (10,8%), a la de marzo de 2017 (9,7%), a la de marzo de 2010 (11,8%) y a la del promedio de los meses de marzo entre 2010 y 2018 (10,1%).
Una situación levemente menos favorable presenta los registros de subempleo objetivo, de acuerdo con la estadística del DANE. El dato a marzo del presente año muestra que esta variable alcanzó un nivel de 9,7% de la fuerza de trabajo, superior al dato de febrero (9,5%) y al de marzo de 2017 (9,1%) pero inferior al registro de marzo de 2010 (12,4%) y al promedio de los meses de marzo entre 2010 y 2018 (10,8%). En síntesis, se observa una mayor ocupación de la fuerza de trabajo del país en el último período.
La gente detrás de las cifras
En varias ocasiones, hemos insistido en estas páginas en que el tema del empleo o desempleo de la fuerza de trabajo del país presenta variaciones coyunturales que hacen que aumenten o disminuyan los niveles de ocupación y de desempleo pero que, estructuralmente, se presenta un desperdicio y una elevada superexplotación de la misma, en razón de una política económica que i. privilegia el extractivismo frente a la creación de valor; ii. al capital extranjero sobre el nacional, representado éste en las pequeñas y medianas unidades productivas, y iii. que recorta los derechos de los trabajadores para dar una mayor participación al capital en el ingreso nacional.
Para ilustrar esto, baste señalar que, mientras la agricultura, la industria y la construcción absorbieron el 36,5% del empleo en el trimestre enero-marzo de 2010, en el mismo trimestre de 2018, esos sectores daban cuenta del 34,4% del empleo. Esta disminución en la participación se da, no obstante que la dinámica de crecimiento en el país en el período indicado hizo que la fuerza de trabajo empleada en ellos creciera en 729 mil personas. Por su parte, si se considera el empleo en los sectores en donde el capital transnacional tiene una mayor penetración (hidrocarburos, minas y sector financiero), se observa que su participación en el empleo permanece igual al considerar los períodos enero-marzo de 2010 y enero-marzo de 2018: 2,2%.
El número de personas trabajando en estos sectores aumentó en 60 mil entre los dos períodos considerados. Entre tanto, la suma de los sectores que se ocupan de hacer circular las mercancías provenientes de la producción interna y del exterior (comercio, hoteles y restaurantes; transporte, almacenamiento y comunicaciones; actividades inmobiliarias y de alquiler, y servicios comunales, sociales y personales) pasaron de absorber el 60,8% del empleo en enero-marzo de 2010 al 62,8% en enero-marzo de 2018, con un incremento en el empleo de 2 millones 382 mil puestos nuevos de trabajo creados, muchos de ellos en condiciones de alta informalidad.
Lo anterior está indicando que, contrariamente a lo señalado por los candidatos del régimen respecto a que no hay que cambiar el modelo económico, este cambio es imprescindible si se quiere dinamizar la economía nacional. Dicho cambio debe arrancar por el cambio de la matriz energética y por darle prioridad a los sectores que generan mayor valor agregado y mayor empleo.
Estructura clasista de la fuerza de trabajo
En el trimestre enero-marzo de 2010, el 51,9% la fuerza de trabajo estaba representada por trabajadores dependientes de un patrón, como obreros y empleados de las empresas privadas y del gobierno, como peones o jornaleros, como trabajadores del servicio doméstico y como trabajadores no remunerados. Esta cifra se elevó al 52,4% en el trimestre enero-marzo de 2018, en tanto que los trabajadores por cuenta propia, es decir, aquellos que viven de una actividad económica autónoma, que, eventualmente, contratan fuerza de trabajo de manera temporal y que viven, en una elevada proporción en condiciones de informalidad, pasaron de representar el 42,8% en el período mencionado de 2010 al 43,4% en 2018. Los empleadores, grandes, medianos y pequeños, representaron 5,3% en 2010 y su participación en la fuerza laboral descendió al 4,2% en 2018. Encontrar intereses comunes entre los asalariados del campo y la ciudad, los trabajadores sin remuneración y los trabajadores por cuenta propia y traducirlos en formas organizativas para la lucha puede significar el comienzo del cambio de modelo económico que tanto necesita el país.
*Economista.