¡Sin venezolanos a bordo!

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Buque hospital USNS Comfort, de la marina de Guerra de los Estados Unidos.

La idea del Comando Sur de movilizar su buque insignia al Caribe colombiano, para atender a inmigrantes venezolanos es solo un pretexto intervencionista. Si Washington quisiera ayudar a Venezuela, comenzaría por levantarle las sanciones, verdadero origen de la crisis

Alberto Acevedo

Una extraña misión “humanitaria”, con redoble de tambores de guerra, comienza esta semana sobre la costa Caribe colombiana, cuando el viernes 16 de noviembre tire sus anclas el buque hospital USNS Comfort, de la Marina de Guerra de los Estados Unidos que, según  fuentes de los ministerios de Salud y Defensa colombianos y la embajada de los Estados Unidos, llega con el propósito de prestar asistencia médica a los inmigrantes venezolanos que se encuentran en esa región.

Se trata de una misión que nada tiene de humanitaria. Como aseguran algunos analistas del tema, si en realidad los Estados Unidos quisieran ayudar a Venezuela, el gobierno americano debería comenzar por levantarle las sanciones, el cerco económico, el embargo financiero, el veto a la compra de alimentos y medicinas, verdadera causa de la crisis humanitaria que vive el vecino suramericano.

La visita de este buque insignia de la Armada de los Estados Unidos tiene otros propósitos. Lo primero que hay que decir es que es una nave de guerra, y que en esta condición está subordinada al Comando Sur de los Estados Unidos y al Pentágono. Y el jefe del Comando Sur, el almirante Kurt Tidd, durante recientes visitas por países latinoamericanos, ha dicho que trabaja en la idea de derrocar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro, en Venezuela, al que califica de ‘dictadura’.

Al pan, pan y al vino, vino

No nos llamemos a engaños. La misión del USNS Comfort, es en el fondo una operación de guerra. Esta misma nave ya estuvo en operaciones ofensivas, en la Guerra del Golfo, en 1991, y en la invasión norteamericana a Irak, en 2003. Por cierto, la última operación defensiva de naves de guerra norteamericanas fue en Pearl Harbor, Japón, en diciembre de 1941, en el teatro de operaciones de la segunda guerra mundial. Fue una operación desastrosa, en la que tropas japonesas les propinaron una soberana paliza a las gringas. Desde entonces, la Marina norteamericana realiza siempre, operaciones ofensivas, y la que lleva a cabo esta semana en el Caribe colombiano, no podría tener una naturaleza distinta a eso.

En lo corrido del año, han realizado visitas a países latinoamericanos, el vicepresidente norteamericano Mike Pence, en dos ocasiones; el titular de la cartera de Defensa, el general James Mattis; el secretario de Estado, Rex Tillerson, la embajadora norteamericana ante las Naciones Unidas, Nikki Halley, el actual secretario de Estado Mike Pompeo, y el jefe del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, en varias ocasiones. En todas ellas han visitado a Colombia, y en todas ellas han hablado de derrocar al gobierno de Maduro, sin descartar la intervención militar directa.

La política internacional no había visto jamás semejante despliegue ‘diplomático’. Ni siquiera en el tema de la guerra en Siria. Tampoco los socios de la OTAN han sido objeto de semejante deferencia. ¿Por qué?

Trasfondo de la “ayuda”

Todas las guerras norteamericanas, y en especial las de invasión, han tenido como trasfondo el apoderamiento de recursos naturales vitales para la “seguridad nacional” de Estados Unidos, como suelen decir sus estrategas. El móvil ahora no es diferente. En esta ocasión, quieren apoderarse del petróleo venezolano. La Franja del Orinoco, cuyas principales cuencas están en suelo venezolano, tiene recursos estimados en 300.000 millones de barriles, ¡50.000 millones de barriles más que Arabia Saudita! Ese es el verdadero propósito de la “ayuda humanitaria” a Venezuela.

A nivel global, a Estados Unidos le interesa apoderarse de los recursos petroleros de Venezuela o de Irán, o ambos a la vez. Pero Venezuela es un trofeo estratégico, que le permitiría cerrar el círculo de dominio sobre la producción petrolera mundial y de paso separar a Venezuela de Rusia, con la que la Casa Blanca sostiene una guerra comercial.

Las razones de la intervención a Venezuela están claras. Falta el pretexto para meterse, la puntada final. Para ello ha venido recreándose un ambiente enrarecido: Las supuestas incursiones de helicópteros venezolanos en suelo colombiano; los ataques de grupos paramilitares de este lado de la frontera contra la Guardia Nacional venezolana, la designación de un enviado especial de las Naciones Unidas a Colombia para el tema de los inmigrantes, las acciones del Grupo de Lima en la intención de desestabilizar el proceso bolivariano, un informe del Banco Mundial sobre los inmigrantes venezolanos, divulgado precisamente en Bogotá, y hasta la idea de un “Plan Marshall”, que un grupo de gurús en Bogotá, han presentado a la cancillería colombiana.

Carta de Samper

Esto comienza a crear inquietudes en círculos políticos nacionales, no comprometidos con la política intervencionista norteamericana. Se habla de un posible debate en el Congreso de la República citado por la bancada de la oposición, para que el gobierno aclare su papel frente a los planes norteamericanos.

El expresidente Ernesto Samper Pizano le ha enviado esta semana una carta al presidente Iván Duque, pidiéndole que convoque la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, para hablar del tema Venezuela. Samper expresa en esa carta su preocupación por lo que califica como declaraciones “temerarias” de funcionarios de alto nivel, sobre una eventual intervención militar en Venezuela.

Samper le pide a Duque “mayor claridad” sobre su posición no belicista. ¿Qué sabe el expresidente Samper, que no revela en su carta? ¿Quién pidió la presencia del buque USNS Comfort en el Caribe colombiano, el general Mattis o el presidente Duque? Son interrogantes que circulan en los pasillos de la Cancillería.

En el impulso a una propuesta para conformar el capítulo Colombia del Consejo Mundial de la Paz, el secretario general del Partido Comunista Colombiano, Jaime Caycedo, ha exhortado a las fuerzas progresistas del país a no permitir que Colombia se convierta en plataforma de agresión contra Venezuela ni contra ningún país del continente latinoamericano. Esa es la tarea de los demócratas en estos momentos, ante el incremento de la escalada intervencionista contra nuestro vecino venezolano.