
La Comisión de la Verdad recibió el informe que presentó el movimiento sindical colombiano en el que detalla la manera como ha sido víctima del Estado, grupos armados ilegales y empresarios
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@Aurelianolatino
Un recorrido histórico desde 1928 con la masacre de las bananeras, que pasa por los hechos de El Bogotazo en 1948; la masacre de los trabajadores del cemento en 1963 en Santa Bárbara, Antioquia; las masacres de trabajadores cementeros en el Magdalena Medio y los más de 1.200 dirigentes de diversos sindicatos asesinados es parte medular del informe que la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, le presentó a la Comisión de la Verdad el pasado 19 de agosto.
La investigación constituye una respuesta a la necesidad de conocer la historia y lo que pasó con el movimiento sindical en relación con la persecución de la que ha sido y es víctima. Asesinatos, desaparecidos, amenazas, judicializaciones, torturados y estigmatizados por el Gobierno, empresarios, paramilitares, militares y la insurgencia han sido la constante para los sindicalistas por su tarea de defender los derechos de los trabajadores y el pueblo en general.
El informe de 320 páginas fue entregado por la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, pero hace parte de uno en el que participan la Confederación General del Trabajo, CGT; la Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC; y la Federación Colombiana de Educadores, Fecode.
Vale la pena recordar que en varias oportunidades el Estado y diferentes gobiernos han sido cuestionados por distintas centrales sindicales de carácter internacional, varias ONG del país y el exterior, y por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, por su violación a los derechos humanos y a los derechos de asociación y negociación colectiva.
El año de partida
Para Omar Romero, encargado de derechos humanos de la CUT nacional, la investigación presentada logra mostrar la dimensión del problema, que pasa por persecución política e ideológica al movimiento sindical, y se visibilizan las dinámicas de los trabajadores organizados en sindicatos, en el contexto del modelo de desarrollo económico neoliberal y la política de enemigo interno promulgada por el Estado. Además, aclara que el énfasis del informe se hace desde 1986.

El documento menciona hechos acaecidos desde ese año, por ser el de la creación de la CUT con lo que se profundizaron las estigmatizaciones y persecución: “A poco tiempo de su creación, esta nueva central comenzó a ser objeto de una serie de señalamientos bajo el pretexto de sus presuntos vínculos con los grupos insurgentes (Exdirigente CUT y USO, 2020). La relación entre la nueva central con algunas vertientes de la ‘izquierda’, además de la Unión Patriótica, hizo más visible la asociación mecánica entre sindicalismo e insurgencia: ‘el sindicato no cabía en el proyecto de ellos y como los sindicatos tenían su estigma también con afinidades frente a ideas de izquierda’ (Exdirigente CUT Antioquia, Testimonio personal, 2018). El trabajo sindical, social y político ejercido en los territorios los convirtió en blanco de los grupos armados, incluyendo a la propia Fuerza Pública, tal como sucedió con el ya referido líder de Fedecaldas e integrantes de la UP, Rubén Castaño, entre otros muchos (Informe CUT Subdirectiva Caldas, 2020)”.
En ese sentido, en un aparte del informe puede leerse: “La violencia antisindical en Colombia es una larga historia que aún no llega a su punto final, a pesar del Acuerdo de Paz firmado en el Gobierno de Juan Manuel Santos. (…) …por más de tres décadas en Colombia, los sindicalistas y los sindicatos han sido víctimas de una violencia histórica, sistemática, masiva y selectiva. Este fenómeno que aún persiste es una de las formas más graves de violación a los derechos humanos y a la libertad sindical que ha profundizado la exclusión política y la estigmatización padecida por el movimiento sindical sujeto de la democracia”.
Cultura antisindical
El informe también caracteriza comportamientos que se dan no solo desde el Estado, sino desde diversos entes de la sociedad como los medios de comunicación, muchas empresas, instituciones del Estado, la Policía y hasta la academia, que buscan crear condiciones de aceptación para justificar la persecución.
Sobre el particular resalta: “La creación y consolidación de imaginarios, discursos, prácticas y representaciones, ha contribuido a tejer toda una urdimbre de significaciones negativas sobre el sindicalismo. Así, la fabricación de un sentido de lo sindical como fenómeno susceptible de condena se ha manifestado en un conjunto de acciones orientadas a bloquear sus diferentes esferas de acción en lo laboral, en lo político y lo social. Todo lo anterior ha favorecido la consolidación de una especie de ‘cultura antisindical’ que, para efectos de lo que se desea plantear en este primer acápite, ha pretendido proscribir su accionar mediante el permanente señalamiento y estigmatización”.
En ese contexto, la CUT presentó testimonios para respaldar sus denuncias: “Una vez iba montándome a un avión, para Chocó, no se me olvida, al lado había una monjita muy querida, muy amable, me dijo: ¿tú llevas sombrilla? Y le dije: no señora, -al Chocó hay que llevar sombrilla, me dijo, porque allá llueve, llueve… yo había ido al Chocó hace años, años. Entonces me senté al lado de ella muy querida, muy amable, me dijo: ¿en qué trabajas?, -yo soy dirigente sindical, y se asustó, hasta ahí no me habló más la monjita. Yo me despedí, le dije: no me tenga miedo, yo soy una mujer como usted y no hago daño a nadie (Dirigenta Adida, testimonio personal, mayo de 2020)”.
Asimismo, lo cuenta un obrero del petróleo: “Entonces ahí empieza a generarse todo ese tipo de violencia. Empiezan con la mala propaganda, empiezan a descalificar a los dirigentes sindicales, primero que no trabajan, que ganan mucho, que viven de las dádivas que da la empresa, que están quebrando la empresa, si eso no funciona mucho vienen los procesos penales y si ya eso no logra parar a los dirigentes sindicales, vienen los asesinatos (Dirigente USO, testimonio personal, mayo de 2020)”.
Que cese y no se repita
“Es necesario conocer eso para tener memoria sobre los asesinatos de los dirigentes sindicales de Colombia y saber de dónde venimos y para dónde vamos, para conocernos y reconocernos para que se conozca la verdad y haya justicia y reparación”, comentó a VOZ Omar Romero acerca del objetivo de la presentación del estudio.
Por su parte, para la Comisión de la Verdad: “Estos informes fueron construidos por los sindicatos, las víctimas y sus familiares y buscan establecer los motivos de la violencia antisindical que ha afectado individual y colectivamente a las organizaciones de trabajadores del país. Estos documentos harán parte del proceso de escucha plural que lleva a cabo la Comisión y servirán como insumo en el riguroso proceso investigativo que realiza la entidad”.
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