Socialismo ya no es ‘fuck’

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Movilización de los socialistas Democráticos de América.

Los movimientos socialistas, en la perspectiva electoral, apoyan mayoritariamente la candidatura de Bernie Sanders para las elecciones presidenciales del año entrante, pero orgánicamente se deslindan del Partido Demócrata y de los mecanismos non sanctos de su financiación

Alberto Acevedo

Las corrientes de agua subterránea, que por ríos y mares se mueven impetuosas, mientras en la superficie parecen mansas, por la base social, de los Estados Unidos se registran trepidaciones que amenazan con cambiar el destino de la primera potencia del mundo.

Una de ellas tiene que ver con la aceptación que los ciudadanos, especialmente los más jóvenes y los de origen latino y de otras nacionalidades, tienen de la palabra socialismo, que definitivamente ya no es una expresión vulgar o un insulto en la jerga política de ese país.

En el país más anticomunista, o más pro capitalista del mundo, mucha gente piensa que el socialismo podría ser una opción para sus vidas, y ya no siembra terror la posibilidad de que a alguien lo acusen de profesar ideas socialistas, independiente de qué idea se tenga de lo que aquello significa.

Entre los jóvenes

En mayo pasado, una encuesta de Gallup indicó que el 43 por ciento de los norteamericanos cree que alguna forma de socialismo le caería bien a la democracia en Estados Unidos. De hecho, la palabra socialismo es más popular entre los jóvenes y las personas de color, indicó la consultora de opinión.

Otra encuestadora constató que la mayoría de los jóvenes entre 18 y 29 años prefiere el socialismo al capitalismo, un asunto impensable hace apenas un par de años. Identifican ese ideal con modelos actuales en Suecia, Noruega, Holanda, e incluso Alemania. El hecho de que mencionen Alemania indica que es difusa y variada la idea que tienen de socialismo, pero al fin y al cabo asocian este ideal con los de justicia social, poner freno a las guerras de invasión, a una catástrofe nuclear, así como poner freno al deterioro del ecosistema.

Las nuevas tendencias socialistas norteamericanas comienzan a configurar una plataforma de acción que pasa por el rechazo a las políticas antiinmigrantes de la actual administración, porque se reduzca la población carcelaria, por la ampliación y universalización de los servicios de salud y educación. Denuncian que el contribuyente norteamericano aporta a salud el doble del promedio que se paga en los países industrializados y hasta tres veces el valor de los medicamentos.

Potencial político

Según informe del Fondo Monetario Internacional, FMI, divulgado en junio pasado, en Estados Unidos ha disminuido la esperanza de vida, aumentó el número de suicidios y se incrementó dramáticamente el número de muertes por sobredosis de drogas. El 40 por ciento de la población pobre, es más pobre que en 1983, anota el FMI.

La victoria de Trump ha sido un revés devastador para sectores progresistas norteamericanos, pero también les ha hecho reaccionar de una manera que no hubiera sido posible con un gobierno de Hillary Clinton. Muchos sectores no eran conscientes del nivel de compromiso, del potencial político que han podido desarrollar, apoyando causas sociales, conquistando alcaldías en pequeñas localidades. En fin, se produce un reordenamiento no solo ideológico sino estructural. Hay quienes adelantan que el sistema de salud Medicare, que tuvo gran impulso durante la administración Obama, es una conquista indicativa del tipo de cambios que reclaman cada vez más ciudadanos.

En ese marco de cosas, en la primera semana de agosto pasado se reunió en Atlanta el Congreso de los Socialistas de América, con participación de más de mil delegados de todo el país una asamblea considerada como la más radical de la izquierda norteamericana en las últimas décadas.

Rol de la clase obrera

Las deliberaciones fueron muy controvertidas, se expresaron distintas tendencias y hasta conatos de disidencias, pero al final se aprobó una agenda de lucha clara para los próximos días. Entre las conclusiones se plantea ampliar la base social del movimiento, dirigiendo acciones hacia la clase obrera multirracial norteamericana y hacia la clase media.

Profundizar la lucha por los derechos de los inmigrantes, la justicia habitacional, contra los desalojos, por el acceso libre al aborto, la despenalización del trabajo de los transexuales. Por salud pública universal.

Los documentos programáticos del evento otorgan un papel fundamental a la clase obrera, en una transición justa a una economía respetuosa con las personas y con el medio ambiente, con garantía de empleo estable, incluso en el sector público. Esto indica que varias tendencias sociales vuelven a colocar al movimiento obrero en el centro de su estrategia.

Entre el 21 y el 23 de junio pasado, el Partido Comunista de los Estados Unidos, fundado en 1919, celebró en Chicago su XXXI convención (congreso), con participación de unos 300 delegados e invitados de partidos hermanos de distintos países. El evento dio comienzo a las celebraciones del primer centenario de la fundación del partido, acontecimiento que es un éxito y un esfuerzo de sobrevivencia enorme, en uno de los países más anticomunistas del mundo.

Fe en el futuro

El partido cuenta con unos cinco mil militantes y ha fijado como su prioridad la derrota de la extrema derecha que representa Donald Trump para las elecciones de 2020. Objetivo en el que coincide con las demás fuerzas de izquierda.

Los movimientos socialistas, en la perspectiva electoral, apoyan mayoritariamente la candidatura de Bernie Sanders para las elecciones presidenciales del año entrante, pero, orgánicamente se deslindan del Partido Demócrata y de los mecanismos non sanctos de su financiación. Reconocen sin embargo como un avance, no solo una serie de alcaldías que vienen ganando en pequeñas poblaciones, sino la elección de parlamentarias como Alexandria Ocasio-Cortez, una de las más caracterizadas líderes socialistas, y de Rashida Tlaib, una abogada de Michigan, de origen palestino.

Las organizaciones que se definen como socialistas, crecen en el número de afiliados. Tal es el caso del Partido Nuevo Movimiento Americano o el Partido Socialista de los Estados Unidos, por ahora segmentos del Partido Demócrata. Tienen fincadas las esperanzas de que podrán ganar mayor simpatía entre la población latina, casi sesenta millones de personas, cada día más descontentos con la política económica del presidente Trump.