Las mujeres transgénero son violentadas física, sexual, económica, psicológica y políticamente. Pero existe otro tipo de violencia mucho más fuerte, que no se ve, la violencia sistémica
Violeta Forero
@Violeta_Forero
A diario nos encontramos con millones de personas, todas diferentes las unas de las otras. Hace menos de quince días tuve que ir a hacer una vuelta a un supermercado cerca a mi casa. Cuando llegué el panorama fue totalmente diferente a lo que había podido apreciar a lo largo del confinamiento, había un cúmulo de aproximadamente cinco personas vendiendo bolsas de basura, varas de incienso, dulces y chicles.
Cuando salí del establecimiento comercial a recoger mi bici, una persona se me acercó y cuidadosamente me dijo que si le podía comprar bolsas de las que estaba vendiendo; yo no tenía plata, pero cuando subí la mirada, me encontré frente a una mujer con rasgos delicados, las pestañas negras, el cabello largo, los ojos profundos y una mirada indescriptible.
Le dije que no tenía dinero en el momento, pero que me diera su número de celular, que le quería hacer una entrevista. Su nombre es Scarletthe, tiene 26 años y es una chica trans.
-¿Hace cuánto decidiste convertirte en una mujer trans?
-Hacer el cambio completo, desde octubre. Siempre estuvo ese deseo. Desde muy pequeña he sabido que soy una chica, pero por la sociedad y por mi familia nunca había tomado la decisión de hacer el tránsito completo.
-¿Qué te impedía hacer el cambio?
-La verdad, que la sociedad es muy machista, hay mucha transfobia y homofobia. Además, porque siendo chica trans se te cierran muchas oportunidades, muchas puertas. Por ejemplo, como no tienes los papeles como mujer, no se puede acceder tan fácilmente a un trabajo, se te coartan muchos derechos a los que se pueden acceder como hombre o como mujer, pero que por ser chica trans, no tienes.
-¿Y que se necesitaría para cambiar eso?
-A las chicas trans no nos dan mucha visibilidad. Por ejemplo, el cambio de nombre y papeles es muy complicado porque es muy costoso y muchas chicas no podemos acceder al cambio de cédula, de pasaporte; eso muchas veces nos frena.
“Siempre quise ser chica”
-Cuéntame más de tu vida…
-Después de que terminé mi última relación sentimental tomé la decisión porque ya tenía el deseo de hacer el cambio, desde siempre, pero por la sociedad nunca lo había hecho, pero un día me cansé, me desperté, me miré al espejo y me dije “no más, no soporto llevar una vida que no quiero” y lo que yo siempre quise era ser chica. Esto lo supe como desde los 6 o 7 años. Nunca había tomado la decisión porque mi familia es muy religiosa, yo crecí en una familia donde mi mamá y mi papá son del campo (ella de Vergara, Cundinamarca, él de Mariquita, Tolima), entonces esa creencia y esa crianza que me dieron a mí era lo único que chocaba para hacer el cambio totalmente.
-¿Cómo les dijiste?
-Lo primero que le dije a mi mamá era que era un chico gay, y ella no lo asimiló, yo tenía 12 años y tuve que salir de mi casa a esa edad, empezar a vivir por mis propios medios porque el rechazo que hubo en mi familia fue mucho. Y eso que era siendo chico, gay pero chico, imagínate donde le hubiera dicho que quería ser chica trans…
-¿Y qué hiciste cuando saliste de tu casa?
-Me fui a trabajar en lo que saliera, ha sido una transición dura, especialmente por la aceptación de la sociedad. Uno no tiene muchas oportunidades y eso implica mendigar, pedir en la calle… Yo trabajé como auxiliar en una peluquería, haciendo aseo en casas, en lo que se atravesara.
-¿Y cómo llegaste a Bogotá?
-Yo soy bogotana, pero cuando tenía tres años mi familia se fue a vivir a Mariquita, y allá me crie como hasta los nueve años, estuve en varias partes y a los 12 años me fui a vivir a Medellín. Llego a Bogotá porque cuando cumplo los 18, mi familia se vino de Tolima para acá, yo llegué detrás de ellos tratando de que me ayudaran a buscar un empleo, pero la ayuda que ellos me dieron sólo duró seis meses.
-¿Y los estudios?
-Eso es otro tema. Cuando le dije a mi mamá que era gay, ella no me siguió dando estudio, entonces yo me pagué sola cuarto y quinto, pero bachillerato era imposible. La plata no alcanzaba.
“Mi papá me intentó asesinar”
-Ahora pasemos a tu vida en la actualidad, ¿Dónde vives? ¿Cómo llegas a trabajar al supermercado donde nos conocimos? ¿Cómo estás sobrellevando el confinamiento?
-Yo vivo en Usme, acá no hay cuarentena. Llegué a trabajar a donde nos conocimos porque una chica que vivía en mi hotel me dijo que fuéramos a vender bolsitas de basura, a retacar, y yo le dije que sí, pero mi hermano me dijo que me fuera a vivir con él mientras la cuarentena. Trabajar vendiendo en la calle no es fácil. La gente lo mira a uno de manera extraña. Es complicado porque hay mucha gente retacando, entonces la competencia también es fuerte.
-Tú me contabas la vez pasada que tenías una idea diferente como opción de vida. Háblame de eso.
-Sí, el suicidio como opción de vida, una idea desde que tengo desde los cinco años. Todo empieza porque mi papá me intentó asesinar, entonces quedé con ese deseo por la muerte, he intentado hacerlo varias veces, es algo que deseo, no es por capricho ni por depresión, sino es algo más allá. Es algo que quiero, que cuando pienso no me llena de susto sino de felicidad.
-¿Cómo así que tu papá intentó asesinarte?, pregunto mientras mi voz se quiebra.
-Él estuvo preso por siete años, desde que yo tenía cinco hasta que tenía 12 por abuso sexual de mi otro hermano que también es transgénero, pero ella hizo la conversión de chica a chico a raíz de esa violación. Entonces cuando a él le pusieron la demanda por la violación, pues se enteró que lo iban a meter a la cárcel y por eso intentó matarnos. Pero la única a la que casi logra asesinar fue a mí. Eso me ha marcado profundamente, generando ese deseo por la muerte.
Todo el mundo le tiene miedo a morir, pero es algo que va a suceder. A mí me gusta investigar y leer sobre temas paranormales, entonces eso abarca que yo creo que la gente debería tener derecho a decidir cómo va a morir. Es una decisión que uno debería tomar. Para mí es más valiente una persona que se suicida y no una que quiere hacerlo y lo piensa y lo piensa y no hace nada.
Independientemente de la opción que yo quiero para mi vida, a mí me gustaría ser activista de los chicos y las chicas transgénero, en la cual pueda ayudarles a, por ejemplo, acceder al cambio de nombre sin tantos problemas, a la hormonización gratuita, acompañamiento psicológico, laboral, etc. Somos una población sin derechos, situación que vivimos todos los días.
Reflexión sobre la violencia sistémica
El costo que las personas trans deben pagar para cambiar su cédula es un claro ejemplo de la violencia sistémica. Es importante entender que, así como existe la violencia de género, la violencia psicológica, la violencia física, entre otras, también existe la violencia sistémica, que es la que depende directamente de las instituciones; esta violencia no sólo se expresa en no saber un procedimiento sino también en la vulneración constante de derechos. Sin miedo a equivocarme es una de las violencias más comunes.
Por Scarletthe y por cada chica trans es que debemos ponernos como meta la transformación completa del statu quo, para que la violencia sistémica se erradique por completo. Es probable que pueda llegar a ser una de las violencias más peligrosas, porque aunque no se ve, se siente en todo momento.
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