Stalingrado, la tumba del fascismo

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Avanzada de una columna del Ejército Rojo en cumplimiento a la Operación Urano, estrategia militar que terminó liberando a la ciudad de Stalingrado.

“Moriremos como héroes por la ciudad de Stalin. ¡La tierra soviética será la tumba del enemigo! Confío en mis soldados y en mis oficiales: por encima de mi cadáver no pasará ni una sola alimaña fascista”: Jefe de la tercera compañía de tiradores

Harold García-Pacanchique
@HaroldGarcia95

El 23 de agosto de 1942 las sirenias de la ciudad de Stalingrado se prenderían ante el inclemente bombardeo desplegado por la fuerza aérea alemana, que pretendía hacerse de la llamada ciudad de Stalin y su gran capacidad petrolera. La batalla que se extendería hasta principios del mes de febrero de 1943 pasaría a ser una de las confrontaciones armadas más importantes de la Segunda Guerra Mundial, dada la gran capacidad de combate que esta va a sobrellevar, especialmente la que se desarrolla entre los meses de agosto y noviembre de 1942.

Tras el asedio militar del Eje encabezado por los ejércitos de Hitler, Mussolini y acompañados de algunas fuerzas de bajo combate húngaro-rumanas, la guerra en el Este de Europa era inminente, pues para el nazi-fascismo en avanzada era prioritario acabar con la Rusia “judeo-bolchevique”, puesto que, tras la consolidación de una victoria sobre ella, se lograría asegurar el proyecto del Führer de una vez por todas en el “viejo continente”.

La fuerza del Sexto Ejército comandado por Friedrich von Paulus, asediaría de tal manera la ciudad de Stalingrado que la dejaría en cenizas, pues la obsesión de Hitler de conquistarla produjo la guerra de tierra arrasada que se desarrolló al sur occidente de la URSS, a tal punto que como lo comenta Vasili Grossman en su libro Stalingrado crónicas desde el frente de batalla la población de la ciudad manifestaba constantemente que “aquí se reunió todo el arsenal diabólico del militarismo alemán”, demostrando con ello la capacidad de despliegue militar que poseían las fuerzas del Eje.

La resistencia

Ante la permanente confrontación militar entre las fuerzas nazis y soviéticas, la resistencia de los últimos fue heroica y de grandes magnitudes, lo que permitió que la moral de las tropas del Ejército Rojo se fortaleciera, pues aunque los alemanes tuviesen a Stalingrado en llamas los soviéticos no desfallecieron y no permitieron que las fuerzas enemigas tomaran los principales puertos del Río Volga, resistiendo las embestidas de los tanques y la aviación alemana, a tal punto que toda la población de la ciudad empezó a jugar un papel determinante en la estrategia de guerra de guerrillas urbanas planteada por el comandante Gueorgui Zhúkov.

A los altos índices de moral, se le suma un factor determinante para el desarrollo de la guerra de resistencia y avanzada soviética, el factor climático, pues las fuertes lluvias de otoño y la llegada del invierno harían del frente soviético en combate un enemigo difícilmente franqueable; ante esta situación el Ejército Rojo delegó varias columnas de apoyo para la defensa de Stalingrado provenientes de Siberia, quienes al mando del coronel Gúrtiev resistían como las piedras el imponente invierno.

Por ejemplo, los soviéticos con un amplio conocimiento de la ciudad atrincherados en fábricas y edificios semidestruidos perpetraron acciones de impacto a las principales voces de mando alemanas, ocasionadas estas por un experto grupo de francotiradores, que en pequeñas células militares se movía como pez en el agua en un campo de batalla que los alemanes desconocían, el campo urbano; allí se le va a conocer al condecorado Vasili Záitsev, héroe y francotirador del Ejército Rojo al cual se le atribuyen más de 200 muertes de oficiales y soldados de las tropas alemanas.

La Operación Urano

Stalingrado fue un lugar atípico de combate durante la Segunda Guerra Mundial, sus características urbanas hacían de la confrontación armada un lugar en el que era necesario un nivel de inteligencia militar superior y por lo tanto de mayor número de bajas en combate, puesto que como lo enuncia Vasili Grossman, “en Stalingrado no existía una zona militar escalonada en profundidad. La ciudad que como una estrecha franja se extendía a lo largo de unos sesenta kilómetros a orillas del Volga, no tenía zonas de retaguardia ni avanzadillas. El Stalingrado reducido a un montón de cenizas y escombros se trocó en ciudad-frente, ciudad-trinchera, ciudad-blindaje”.

Ante esta situación era casi imprescindible que los soviéticos aprovecharan dos factores determinantes, entre los cuales se encontraban las desgastadas tropas alemanas del Sexto Ejército y los débiles soldados húngaros y rumanos que custodiaban el noroeste y el sur de la ciudad; condiciones que debían ser rápidamente resueltas militarmente, pues en anteriores intentonas de combate para avanzar sobre el enemigo el Ejército Rojo no había sido contundente.

Fue así que el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la URSS, opta por avanzar en un plan que lograse desarticular las fuerzas del norte y el sur de Stalingrado, con ello disuadiendo las fuerzas del Sexto Ejercito y así lograr embolsar las tropas de Hitler que, agotadas por las inclemencias climáticas y la resistencia soviética, las convertían en un flanco fácil de atacar.

A esta etapa de la guerra se le llamó la “nueva situación”, la cual el historiador militar David M. Glantz, pormenoriza de la siguiente manera: «la nueva solución» recomendaba rodear a todas las fuerzas del Eje en Stalingrado, para lo que proponía primero una operación de ruptura contra las fuerzas rumanas que defendían el Don en el noroeste de la ciudad y en la región de los lagos al sur y, posteriormente, una incursión a gran escala de los cuerpos de caballería, en cooperación con fuerzas mecanizadas, que se encontrarían en Kalach del Don, a la espalda del Sexto Ejército. El general Zhúkov, adjunto a Stalin en el Alto Mando Supremo, aceptó la idea de Yeriómenko de un envolvimiento más amplio y reforzó significativamente los contingentes adscritos para materializarla, dando lugar a lo que sería el plan de la Operación Urano”

Esta operación que se gestó a partir del día 12 de octubre, mes en el cual la guerra vivía sus momentos más intensos y que finalizó el 18 de noviembre, a un día del asalto de las tropas del Ejército Rojo, el cual en tan solo cuatro días logró cerrar el cerco del Sexto Ejército, dejando a Paulus sin ninguna posibilidad de vencer, consiguiendo así la captura de 3.000 prisioneros rumanos y un saldo de alrededor de 90 mil prisioneros alemanes.

Victoria frente al fascismo

Tas la derrota definitiva de las fuerzas del Tercer Reich a inicios del mes de febrero de 1943 en Stalingrado, iniciaría la debacle del Eje proporcionando con ello un avance de las fuerzas soviéticas sobre occidente, recuperando Ucrania, Rumania, Hungría, Polonia, en su avanzada hacia Alemania; este golpe en la llamada ciudad de Stalin constituye uno de los momentos más heroicos del ejército soviético desde su ingreso a la Segunda Guerra, lo cual convierte a la Operación Urano en el primer golpe contundente de las fuerzas del Ejército Rojo al nazi-fascismo.

Dado que el debilitamiento del Sexto Ejército, golpeó moralmente a las tropas del Eje y permitió el avance de los soviéticos de manera contundente hacia occidente, haciendo de las hordas fascistas un débil mito como enemigo contundente, ya lo diría Kalegánov el 5 de noviembre 1942, en la antesala de la estocada final a los nazis en la URSS: “Jamás fue Stalingrado tan magnífico y grande como ahora, cuando, en ruinas, es glorificado solemnemente por los pueblos del mundo amantes de la libertad. Stalingrado vive. Stalingrado lucha. ¡Viva Stalingrado!”.

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