Sube el dólar, bajan ingresos

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El gran volumen de importación de alimentos, 13 millones de toneladas por año, que se paga en dólares, incrementará el precio de productos básicos en la alimentación de los colombianos como el maíz. En riesgo la seguridad alimentaria

Iván Posada Pedraza

El brusco incremento de la tasa de cambio del dólar en los últimos días con respecto al peso colombiano ($3.450 por dólar), a causa de factores externos como el conflicto comercial entre China y Estados Unidos, es sólo una de las secuelas de la globalización en condiciones de dependencia. Las economías desarrolladas se han beneficiado de esta globalización, en tanto, los llamados países en desarrollo quedan al vaivén del acontecer mundial económico.

Contexto

La política económica colombiana está enmarcada dentro de estos lineamientos, como una pieza del rompecabezas donde desempeña un rol específico: suministro de materias primas y recursos minero energéticos para las grandes industrias bajo control de las transnacionales (petrolera, automotriz, electrónica, farmacéutica, etc.).

Esquemas de dependencia

A este modelo obedecen los tratados de libre comercio (TLC) suscritos entre Colombia y Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Corea del Sur, etc., bajo los cuales se importan bienes de capital, maquinaria pesada, tecnología de última generación e incluso alimentos procesados y no procesados de estos mismos países en virtud de que poseen agriculturas fuertemente subsidiadas, con alta productividad y tecnificadas. A pesar que el objetivo de estos convenios era incrementar y diversificar las exportaciones colombianas, lo cierto es que tomados los últimos cuatro años, las importaciones superan las exportaciones, hecho que hace a la economía colombiana fuertemente dependiente del dólar.

El patrón dólar

En estas condiciones no es de extrañar que fenómenos como el citado conflicto comercial Estados – China se refleje no solo en la economía colombiana sino en economías en igual situación con respecto al comercio mundial. Con mayor razón si se considera que el dólar sigue siendo la moneda que predomina en las relaciones comerciales internacionales.

Ganadores y perdedores

El sector exportador (cafetero, floricultor, textilero, artesanal) en su conjunto se va a beneficiar pues al realizar el cambio de dólar a peso, incrementará sus ingresos. Otro tanto ocurrirá a las familias que reciban remesas del exterior.

En el sector estatal las exportaciones minero energéticas (carbón, petróleo, oro,) van a incrementar los ingresos de la nación, un salvavidas para el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien con el argumento del déficit fiscal para el 2020, alista todo un paquete de enajenaciones de lo que queda del patrimonio estatal (Ecopetrol, ISA, Cenit entre otras).

El sector agrario

De los más afectados, por el atraso de décadas que presenta este sector y por el volumen de alimentos que importa Colombia, cerca de 13 millones de toneladas al año, entre ellos el maíz, insumo para el pan y otros productos de amplio consumo en los hogares del sector popular. El mayor valor a pagar por estas importaciones va a recaer en los minoristas y por supuesto en las familias de esta franja de población. Así la seguridad alimentaria1 de los colombianos se pone en riesgo ante el alto precio que puedan alcanzar los alimentos importados en la actual coyuntura.

De igual forma, la importación de fertilizantes, abonos y maquinaria para el sector lo colocará en más dificultades de las afronta hoy día, además porque en el presupuesto de 2020 se contempla una reducción de cerca del 20 por ciento de recursos para el mismo.

La teoría del blindaje de la economía colombiana y similares frente a las fluctuaciones del resto de economías queda así totalmente desvirtuada. Es una de las manifestaciones de la globalización.

1 Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la Seguridad Alimentaria ¨a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.