Sumas y restas

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Gabriel Becerra Y.
@Gabocolombia76

Para las elecciones llegan los balances. Y entre ellos, tal vez el que más se ha difundido por columnistas y participantes en programas de opinión y principales medios es el relato de la derrota de los “extremos”.

Desde este enfoque que simplifica deliberadamente la compleja y conflictiva realidad política, Uribe y Petro, voceros de campos ideológicos antagónicos son los principales perdedores, sin detenerse a evaluar las grandes diferencias de objetivos y condiciones desde las cuales cada quien asumía la competencia.

En estas versiones el gran ganador ha sido el “centro”, los “independientes”, los “tibios” en el lenguaje de la disputa en redes sociales, que desde ya tendrían una buena parte del favoritismo asegurado para las elecciones del año 2022. Incluso, algunos ya se atreven a señalar a Fajardo, que no obtuvo directamente buenos resultados, como el muy posible nuevo presidente.

Pero no, la vida es más rica, y los resultados electorales trascendiendo los números y las lecturas estáticas, son valiosos principalmente por las tendencias que sobre la reconfiguración del mapa político nacional se están presentando en el contexto de la lucha de clases, incluyendo las rebeliones populares contra las medidas neoliberales en el continente.

Los resultados electorales han acrecentado la alerta en las elites. Sus resultados no son buenos y sus fisuras no son menores. En privado y algunos tímidamente en público, advierten sobre el malestar y el inconformismo ciudadano que les exige “cambiar o sino nos cambian”.

La tendencia a vencer el miedo y arriesgarse a votar por candidaturas no tradicionales, en rechazo a la corrupción, al paquetazo neoliberal, en contra de la violencia, viene creciendo cuantitativamente, así todavía sea insuficiente para materializarse en victorias más amplias y representativas. Esta tendencia es la más significativa y desde hace ya varios años viene creciendo en sectores juveniles cada vez más activos, núcleos importantes de clase media, y grandes centros urbanos como Bogotá, Cali, y ahora Bucaramanga, Santa Marta, Cúcuta, Cartagena, Buenaventura, Medellín, Villavicencio, independiente de la trayectoria y personalidad de las figuras elegidas.

La tesis del fortalecimiento de un centro político supuestamente alejado de las aventuras extremistas, responsable con los compromisos adquiridos en cuanto a preservar intereses económicos y no afectar la médula del poder político tradicional, no es gratuita. En ella subyace un interés por impedir el fortalecimiento de una alternativa popular, realmente independiente, progresista, modernizadora, con presencia y liderazgo de las izquierdas.

De ahí, las múltiples voces que no les interesa resaltar los resultados de la Colombia Humana, en alianza con la UP, y otros sectores sociales y políticos como Fuerza Ciudadana y el Movimiento Alternativo Indígena y Social, Mais. Estos resultados, nada despreciables en conjunto, si saben sintonizarse son la semilla que puede hacer florecer la fuerza colectiva capaz de definir un nuevo futuro para Colombia.

Adenda 1: Felicitaciones a la campaña en Bogotá. Mario Upegui estaría muy orgulloso de este nuevo equipo del Partido Comunista y la Unión Patriótica que ayudó a elegir, en unidad con Colombia Humana y Mais, una gran bancada de su partido. El resultado: recuperamos la curul en el Concejo de Bogotá y ganamos 10 edilatos.

Adenda 2: Rechazamos amenazas de hoy contra Lady Juajibioy, de la comunidad Kamëntzá en el alto Putumayo, candidata por la Colombia Humana UP al concejo, que denunció clientelismo y politiquería. Autoridades deben garantizar su seguridad y judicializar a los responsables.