
La madrugada del 6 de diciembre, el expresidente de Uruguay falleció acompañado por sus seres queridos, en su residencia de Montevideo. Fue uno de los líderes políticos de izquierda más queridos
Germán Avila
Desde hace varias semanas, se venía manejando información sobre el delicado estado de salud, producto de un cáncer de pulmón, del expresidente de Uruguay, Tabaré Vázquez. Finalmente, en la madrugada del 6 de diciembre, falleció acompañado de sus seres queridos en su residencia en el popular sector de La Teja, en Montevideo.
El nombre de este médico de 80 años que, desde la dictadura se dedicó al ejercicio de la política en el Frente Amplio, FA, ha estado asociado al cambio en las estructuras tradicionales de la política electoral en ese país. En 1989 fue el primer intendente del departamento de Montevideo, y en 2005 el primer presidente del Uruguay por parte de este partido de izquierda.
Durante sus años de juventud tuvo que interrumpir sus estudios secundarios para trabajar y ayudar a su familia cuando su padre, dirigente obrero de Ancap, la empresa petrolera de Uruguay, cayó preso luego de una huelga en 1951. Años después, retomó sus estudios y finalmente se graduó como médico especialista en oncología y radioterapia en 1972.
Se destacó como científico en oncología, participó en más de un centenar de investigaciones sobre el tema. Fue el copropietario del Centro de Oncología y Radioterapia, donde continuó trabajando en atención a pacientes, aun durante su ejercicio como presidente.
Impulsó fuertes limitaciones a las empresas de venta de tabaco, motivo por el que la Phillip Morris demandó a la nación uruguaya por 25 millones de dólares en 2010, demanda que en 2016 se falló en contra de la multinacional, obligándola a pagar los gastos de los demandados y del tribunal.
La política
Tabaré Inició en la política en 1983, cuando se vinculó al Partido Socialista desde la clandestinidad. Allí hizo parte de su Comité Central y una vez terminada la dictadura integró la campaña en contra de la Ley de Caducidad, que amnistió a los militares responsables de los delitos cometidos en dictadura.
Vázquez se convirtió en un importante referente dentro del Frente Amplio al haber logrado la intendencia de Montevideo en 1989, iniciando una larga tradición que ha convertido a la capital del país en el gran bastión del progresismo en Uruguay, pues hasta la fecha este cargo ejecutivo, el segundo en importancia luego de la presidencia, ha permanecido en manos del FA, con la recién posesionada Carolina Cosse.
Antes de ser presidente en 2005, se había presentado en las dos elecciones anteriores, siendo derrotado por un estrecho margen, primero por el ya expresidente Julio María Sanguinetti y en 1999 por Jorge Batlle, ambos del tradicional Partido Colorado.
Durante el gobierno de Batlle se produjo la crisis del corralito financiero, de la que se ha hablado ampliamente por las consecuencias que generó en Argentina. Sin embargo, el Uruguay sufrió con dureza las consecuencias de esta crisis neoliberal, que arrojó a cientos de miles de ciudadanos al exilio económico en un país pequeño y con pocos habitantes.
El papel del Frente Amplio, en cabeza de Vázquez como principal figura de la oposición, fue el de construir un consenso político en conjunto con el gobierno para atender los aspectos más críticos de la crisis.
Finalmente, en 2004, las elecciones dieron la victoria al Frente Amplio y Tabaré fue el primer presidente de izquierda en la historia del país, sumándose al concierto regional con los recién estrenados gobiernos progresistas de Venezuela, Brasil y Argentina y a los que se sumarían luego Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
La economía
Los gobiernos del Frente Amplio han sido construidos a partir del consenso de sectores ideológicamente muy diversos, que van desde los sectores más clasistas como el Partido Comunista Uruguayo, hasta los más inclinados hacia el centro o el liberalismo democrático, como la democracia cristiana o el Partido Socialista.
Los dos gobiernos de Tabaré tuvieron diferencias profundas entre sí, y a su vez estos se diferenciaron del gobierno de Mujica, que ha sido mucho más mediático. El primer gobierno de Tabaré requirió medidas mucho más decididas para atender la crisis de 2002.
Uruguay siempre se ha caracterizado por una fuerte cultura de lo estatal, solo algunos años antes de la llegada de Tabaré a la presidencia, el gobierno de Jorge Batlle había sido derrotado en un referendo que pretendió privatizar las empresas de servicios públicos.
Las circunstancias eran extremas y las medidas tomadas fueron corresponsables con ello. Prácticamente desde el inicio, el ministro de economía fue Danilo Astori, a quien, en términos económicos, se le debe el crecimiento sostenido del país durante 15 años, pero sobre todo a quien se le debe la reducción de la pobreza y la disminución en la brecha de la distribución del ingreso.
Los gobiernos del FA se caracterizaron por buscar un equilibrio entre la redistribución del ingreso y el fomento al desarrollo del capital. Muestra de esto es que también Uruguay es uno de los países que tiene mayor presencia de la multinacional Monsanto dentro de su territorio o ha fomentado la inversión de capital extranjero en la realización de plantas pasteras por parte de una empresa de capital finés, la UPM-Kimmene Corporation, que está preparando la instalación de su segunda planta en territorio charrúa.
Estado plural
Tabaré Vázquez ha representado, dentro de su propio estilo, el espíritu del Frente Amplio como fuerza de Estado. A pesar de tener una identidad propia en términos ideológicos, hacia la izquierda, su ejercicio de gobierno fue consecuente con la consolidación de un Estado plural, donde se permitieron las expresiones más diversas, incluidas las fuertes contradicciones basadas en acusaciones, que aun con débiles argumentos obligaron a la renuncia de su vicepresidente Raúl Sendic.
En el ámbito internacional, la política del Uruguay fue llevada con mesura, abordando con cercanía los gobiernos que perfilaron un programa más cercano, pero sin abandonar la relación con Estados con perspectivas muy diferentes, como en su momento fue el caso de Michel Temer en Brasil. Vázquez manejó con habilidad el debate internacional que quiso introducir el Grupo de Lima, con el fin de alinderar las naciones entre los pro y los anti Venezuela.
El fallecimiento de Tabaré Vázquez llegó en el momento más alto del debate al interior del FA sobre la renovación de los cuadros. Grandes figuras como Vásquez, Pepe o Astori, están partiendo y el gran reto hacia fuera es desarrollar una propuesta para volver a ganar las elecciones en 2024 y hacia adentro, continuar dando el debate ideológico sobre cuáles deben ser las prioridades en el manejo del Estado, en lo que seguramente será un futuro donde a manos del neoliberalismo, el país enfrentará una crisis parecida a la de 2002.
Los saludos de condolencias llegaron desde diferentes partes del mundo, empezando por el mismo presidente en ejercicio y contradictor Luis Lacalle Pou, hasta figuras políticas y estadistas de diferentes rincones del mundo. El último adiós a Tabaré Vázquez se hizo el mismo día de su fallecimiento, sin ceremonia de velación y con una caravana que desde su residencia llevó sus restos al Cementerio de La Teja, en uno de los sectores más populares y obreros de la ciudad.
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