Te sale el coco

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Alfonso Conde

Así decían las viejas generaciones a los niños para asustarlos e impedir que hicieran travesuras. El coco era el monstruo castigador. Hoy es el monstruo tricéfalo encarnado por Uribe, Pastrana y Ordóñez, con tentáculos que recuerdan a José Obdulio, Londoño, Lafaurie y Vargas Lleras, y lenguas de Paloma y María Fernanda. Tienen la capacidad de hacer muecas y asustar a los incautos.

Pero gran parte de los colombianos superamos la mayoría de edad y no nos asustan las muecas de los payasos ni los instrumentos del exorcismo. Con esas herramientas intentan frenar el avance de la historia y mantenernos en la oscuridad de las cavernas.

Colombia avanza. Aún no lo suficiente en su realidad objetiva que todos debemos transformar, pero sí en el estado de ánimo de la población que de forma creciente se desinhibe y expresa con mayor libertad y de manera colectiva su demanda de solución a los innumerables problemas causados y agudizados, entre otros, por quienes asumen ese papel de espantadores de niños.

Claro que el coco de hoy, cuando la mueca que hace no asusta lo suficiente, todavía golpea. El excremento paramilitar sigue actuando para asfixiar la protesta popular como en los casos recientes de sindicalistas, de defensores de derechos humanos y líderes de restitución de tierras asesinados, que hacen prever que la guerra por la paz pueda agudizarse en la medida en que la gente ejerce su derecho a construir un mejor país. La respuesta no es, como lo sabe la población, el resguardo en los cuarteles de invierno sino por el contrario, la multiplicación y masificación de la protesta que arrincone a los bárbaros y los obligue a detener su reacción, ya desesperada en su inminente derrota. La forma principal de lucha, sin desdeñar la electoral, sigue siendo la movilización popular por el derecho a vivir con dignidad y en paz.

Desde esta columna saludamos los avances de las conversaciones en Quito con el ELN y el anuncio de callar, temporalmente, el ruido de las armas. Se trata de una decisión en la dirección correcta que aísla a la reacción y la deja ante los colombianos y ante el mundo como la única responsable de la oposición a la paz.

Aspiramos a que se consolide la propuesta de la participación masiva de los colombianos en el diagnóstico de los problemas nacionales y en la estructuración de la verdadera salida hacia una nueva nación. Ello va en el camino propuesto de un proceso constituyente.