Analistas opinan que no hubo una verdadera negociación y que el bloque europeo impuso a la Gran Bretaña las condiciones que quiso, haciendo insustancial el Brexit
Alberto Acevedo
En forma simultánea, la primera ministra británica, Theresa May, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, anunciaron, el pasado miércoles 14 de noviembre, que tras dos años y medio de intensas negociaciones, después de que los británicos aprobaron en un referendo la salida de la Unión Europea, lo que en el futuro se denominó el Brexit, las partes llegaron a un acuerdo provisional, que deberá ser ratificado por los parlamentos de las partes involucradas.
El anuncio británico desató una tormenta política que en términos generales dejó inconformes a amigos y enemigos del Brexit, y aunque los términos del acuerdo fueron aprobados por el gabinete de May, también se produjo una ola de renuncias ministeriales y una facción parlamentaria, cada vez más numerosa, amenaza con sacar adelante una moción de censura contra la primera ministra, que de prosperar, provocaría su inmediata dimisión y colocaría el acuerdo con la Unión Europea en un limbo jurídico.
Las renuncias presentadas se dieron al día siguiente de la ratificación del gabinete de la propuesta de May. Se trata del Secretario de Estado británico para Irlanda del Norte, Shailesh Vara; el Secretario de Estado para el Brexit, Dominic Raab; la Ministra del Trabajo y Pensiones, Esther McVey, y la subsecretaria para el Brexit, Suella Braverman.
Contra la pared
Las cartas enviadas por los funcionarios, reflejan el sentimiento de quienes no aceptan los términos de lo acordado con la Unión Europea. Allí se habla de que se le impuso al Reino Unido un acuerdo aduanero a la manera de la Unión Europea, sin libertad para retirarse de él; que va contra la integridad del Reino Unido, y que el proyecto no honra el resultado del referendo británico.
Ante la magnitud de las críticas, Theresa May dijo que se trata de “un paso decisivo que nos permite seguir adelante y ultimar el acuerdo en los próximos días”. Los términos alcanzados, señaló, constituyen “el mejor que podía ser negociado” y es el resultado de “miles de horas de duras negociaciones entre los funcionarios del Reino Unido y muchas, muchas reuniones”.
En un momento de máxima tensión con su equipo parlamentario, la primera ministra dijo: “o lo toman o lo dejan”, sin otra alternativa posible. No pocos analistas, pese a que no han tenido tiempo de leer completo el texto del preacuerdo, de 585 páginas, opinan que no hubo una verdadera negociación y que el bloque europeo, con una poderosa capacidad de negociación y sometimiento, impuso a la Gran Bretaña las condiciones que quiso, haciendo insustancial el Brexit.
Se extendería la crisis
La primera ministra May consiguió que su gabinete, mayoritariamente, aprobara el mamotreto. Ahora necesita que haga lo mismo el parlamento, para lo cual requiere de al menos 320 votos de los 650 que integran la corporación legislativa. Con una fuerte oposición de los conservadores euroescépticos, del Partido Unionista de Irlanda y de otras fuerzas radicales, no es claro si el parlamento apruebe el acuerdo.
En cambio, podría abrirse paso la idea de un voto de censura a Theresa May, para lo cual se requiere un 15 por ciento de los votos de su partido, el conservador, es decir, 48 parlamentarios de un total de 316, para presentar la iniciativa. Manifestaciones en ese sentido ya comenzaron a darse, y algunos aseguran que ese tope podría rebasarse. Si se da la pérdida de confianza, provocaría la inmediata renuncia de May, la convocatoria a elecciones anticipadas, y la aprobación del acuerdo con la Unión Europea se aplazaría indefinidamente, en medio de una crisis política generalizada.