Tiempos de pactos, tiempos de historia

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Pietro Lora Alarcón

Compartíamos con amigos chilenos que septiembre siempre fue una mezcla de alegría y dolor. Un 4 de septiembre, en 1970, Allende fue elegido presidente; un 11 de septiembre, la experiencia democrática chilena fue interrumpida por el golpe que venía de adentro y de afuera, apoyado por los Estados Unidos. Un día después, el Estadio Nacional de Santiago fue escenario de algunos de los más bárbaros crímenes contra seres humanos; tristemente recordamos que Víctor Jara fue asesinado allí el 16 de septiembre.

Uno de ellos alzó la voz: ¡concentrémonos en noviembre! Cierto, el 21 de noviembre serán realizadas las elecciones presidenciales para el periodo 2022 a 2026 y este proceso no es solo importante para los chilenos, sino también para todos las fuerzas políticas y sociales que en otros pueblos realizan debates intensos en perspectiva electoral.

Igualmente, resaltamos lo necesario de reflexionar sobre la experiencia colombiana de construcción del Pacto Histórico. Concluimos que hay cuestiones comunes, especialmente en la riqueza y las formas que asumen los procesos de canalización de las movilizaciones más recientes. Ambos pueblos son protagonistas de un ascenso popular constante y de amplio espectro. Y en ambos la respuesta del Estado ha sido ferozmente agresiva, con violaciones a los derechos humanos denunciadas ampliamente a la comunidad internacional.

En Chile, luego del plebiscito de octubre pasado y de las elecciones de mayo, en las cuales la derecha y el gobierno de Piñera fueron derrotados e Irací Hassler, del Partido Comunista, ganó la alcaldía de Santiago, quedó claro que el factor determinante del triunfo es la unidad social y política desde los barrios y las comunas. Es decir, todo se define desde la gente y con la gente que siente todo el peso de la crisis del sistema agravada durante la pandemia.

La decisión de la consulta electoral en julio definió como candidato a Gabriel Boric, por el Pacto Apruebo Dignidad, de la cual hacen parte dos coaliciones, Frente Amplio y Chile Digno. La coalición gubernamental “Chile podemos más” decidió que su candidato es Sebastián Sichel, conocido neoliberal que transitó por ministerios y al final fue presidente del Banco del Estado.

Lo más importante es que tanto en Chile como en Colombia estamos ante la posibilidad de concretar un proyecto emancipador, transformador, sobre la base de la acción en los territorios y regiones y la interseccionalidad que contempla actores diversos, con especial vigor de la lucha contra el patriarcado, el racismo y la homofobia.

Pacto es unión, pero también es continuo ajuste. Es resolver diferencias en el diálogo. Es iniciativa para superar fragmentaciones. Es cohesión, organización y movilización alrededor de ejes que transversalizan la lucha social y las legítimas aspiraciones populares. Una victoria de los Pactos es una derrota del neoliberalismo en Chile y Colombia y un golpe al imperio y sus pretensiones geopolíticas continentales en el Caribe y el Pacífico.

En los dos pueblos el movimiento social constituye un escenario disputado, donde hay actores heterogéneos que deben ser integrados a la lucha electoral en un ejercicio dinámico y pedagógico interactivo, recogiendo experiencias acumuladas a lo largo de la historia social, pretérita y reciente. Por eso hay que estar abiertos al aprendizaje y a la transmisión humilde, pero firme de las experiencias. Para eso en Chile y Colombia hay que construir, cada vez con mayor amplitud, un Pacto para hacer historia.