Timochenko. El último Guerrillero

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Foto Farc EP.

Jorge Rojas Rodríquez. Ediciones B Colombia SA. 2017, 276 páginas.

Rosendo López González*

El periodista Jorge Rojas y Rodrigo Londoño, amigos desde la infancia; tomaron caminos diferentes, el primero la praxis política legal; el segundo la guerrilla. El calendario marcaba abril 3 de 1976, ellos tenian un diálogo pendiente a partir de esa época. El libro Timochenko el último guerrillero, es el retorno de esa conversación perdida en el pretérito.

Cuando el narrador entra en intrincados detalles sobre la vida de Timochenko, muchas veces él afirma no acordarse de pormenores; aquí cabe el decir de García Márquez, en Vivir para contarla: “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Jorge Rojas relata en 276 páginas fragmentos de la vida, oculta por mucho tiempo, del máximo dirigente guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Rodrigo Londoño ingresó a las FARC a los los 17 años.

El expresidente Uribe, presume tener toda la información de la inteligencia militar; pues, con Timochenko falló, se refirió a él nombrandolo: “Carta del médico Rodrigo Londoño” (p.182). En las páginas 103, 104, 105, 106, 107, el autor del libro con detalles y anécdotas describe, sin tapujos, el por qué del remoquete de “médico”. Así, el dueño de El ubérrimo quedó mal paraqueado y esta vez por escrito, pues algunas veces ha tenido que retificar ante los jueces de la República su incontinencia verbal. Timochenko, el último guerrillero, no cursó estudios universitarios; no obstante, en los informes de inteligencia militar siempre apareció como médico.

Casualidades de la vida

A Timochenko le informaron que su mamá había muerto, y él preguntó ¿Cuándo? ( p.172). La respuesta fue agosto 20 de 1984. Son casualidades de la vida, la madre muriendose y él en la orilla del río Guayabero combatiendo, el mismo día y a la misma hora que murió su mamá. El libro no está repleto de partes de guerra; solamente se habla de un combate en agosto de 1984, el lugar de la refriega fue el río Guayabero sitió iconológico para la FARC por la guerra, pero también lugar lleno de supersticiones; Arturo Alape, en su proverbial libro Las vidas de Pedro Antonio Marín describe este lugar donde Manuel contó algunas historias de espantos, vividas por combatientes guerrilleros, y recogidas en sus palabras así: “En la cabeza existen historias que en verdad, a uno le gustaria un día verlas en la realidad”.

El periodista Rojas, por boca de Timochenko, hace conocer la cotidianidad de la vida guerrillera: rajar leña, ranchar -hacer los alimentos-, combatir, limpiar los fusiles, estudiar, hacer ejercicios, caminar y caminar; sin embargo, es impresionante el amor de Timoleón Jimenez por Gabriel García Márquez, pues leyó Cien años de soledad a los 15 años y habla así de nuestra novela nacional: “Me impactó verracamente. Esas historias de Macondo, de gitanos, de Remedios la bella, de los pescaditos de oro y, por supuesto, el relato de la masacre de las bananeras” (p.65). Interesante esa inquietud, pues en las universidades estatales se constata que en los primeros semestres, los estudiantes aún no han leído Cien años de Soledad; pero veamos cómo cierra el exguerrillero el tema: “Después volví a leer Cien años de soledad en la guerrilla, leyéndosela en voz alta a los guerrilleros, en colectivo” (p. 65).

Sensible y humano

El libro Timochenko el último guerrillero se sale de la rutina periodística, del adjetivo calificativo al guerrillero, se trata de un libro que ahonda en la parte sensible y humana de la persona. No es un libro sobre guerra o “Game of Thrones”, es un tratado que recoge un pedazo, bien oculto, de la historía política colombiana vista desde otros ángulos. Es una puerta, más, con el fin de conocer una parte de la verdad dictada por el propio protagonista. Además el entrevistador confronta a Timochenko, y él aclara con su voz, si tuvo o no contacto con la marihuana, de qué manera se trataba la homoxesualidad en la FARC, sus propiedades-que llegan hasta un reloj-, no tiene casa, en fin todos los aspectos normales de la vida cotidiana.

Ahora bien: el periodista Rojas, a la larga, propone una nueva forma de relato a dos voces o como dijera Pablo Neruda al alimón. Asi lo explica Neruda en Confieso que he vivido:

Dos toreros pueden torear al mismo tiempo el mismo toro y con un único capote. Esta es una de las pruebas más peligrosas del arte taurino. Por eso se ve muy pocas veces. No mas de dos o tres veces en un siglo y sólo pueden hacerlo dos toreros que sean hermanos o que, por lo menos, tengan sangre común. Esto es lo que se llama torear al alimón. Y esto es lo que haremos en este discurso.

El actual prontuario delictivo de Timochenko propalado por la Fiscalía es bastante extenso, según algunos llegaría a varios centenares de años en presidio; los nortamericanos llegaron a pedir una recompensa de cinco millones de dólares. En su último texto Boaventura de Sousa Santos (2017), al referirse a Colombia expresa la siguiente inquietud: “Uno de los temas más complejos de un conflicto armado es la naturaleza ética de los crímenes cometidos”. En Colombia, así algunos hayan despolitizado la violencia, es importante esclareser la naturaleza ética de las acciones de los guerrilleros, paramilitares, empresarios, mercenarios. La sociedad colombiana tiene un gran reto cultural en el esclarecimiento de las motivaciones que están en la raíces de las violencias; la pregunta podría plantearse así: ¿hay o no una diferencia ética entre el rebelde que comete violencia con una motivación altruista en nombre de un ideal colectivo de justicia, aunque equivocado, y el mercenario que comete la violencia por dinero?

En consecuencia, la Juridicción Especial para la Paz (JEP) podría ser la luz al final del túnel. Algunos le temen a la verdad; la JEP obliga a guerrilleros, militares, civiles, a todos los que participaron en la guerra a decir la verdad, pues, se trata de una justicia en transición.  H

rlopezg@udistrital.edu.co

*Docente Universidad Distrital.