
Este año la negociación del salario mínimo tiene una característica que de ser aprovechada puede inclinar la balanza a favor de millones de hogares y de trabajadores: Los colombianos están protestando en las calles
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@Aurelianolatino
Los colombianos interesados en las discusiones del salario mínimo legal vigente, SMLV, que se realizan cada año en la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, Cpcpsl; por estos días son testigos de una puja entre centrales obreras y federaciones de pensionados a las mesadas mínimas para el siguiente año.
Ya es común ver un déjà vu en el que las partes argumentan sus propuestas y se impone o se decreta una cifra, que en poco o nada favorece a millones de trabajadores. No obstante, según sindicalistas que han asistido a este espacio, desde empresarios y Gobierno no se permite la discusión de otros asuntos de las relaciones obrero – patronales, como la libertad sindical, las formas de contratación, el costo de la canasta familiar, los millones de trabajadores que devengan por debajo del mínimo y la tercerización laboral. Solo se acepta hablar sobre el porcentaje a reajustar.
Sin embargo, este año hay dos aspectos que hacen la diferencia en las negociaciones: Millones de colombianos, cansados del modelo económico, desde hace tres semanas están en las calles protestando; y el Gobierno cambió el método de medición de la productividad laboral.
La primera situación había sido soñada por dirigentes sindicales, quienes argumentaban que de esta manera se haría presión sobre la mesa de negociación, y el segundo asunto, denunciado por los negociadores de las centrales obreras, genera que las partes inicien la discusión con posiciones mucho más distantes.
Distribución de la pobreza
A inicios del presente mes hubo varias reuniones en las que el Banco de la República; el Ministerio Trabajo; el Departamento Nacional de Estadística, DANE; y el Departamento de Planeación Nacional hicieron sus exposiciones sobre aspectos macroeconómicos y se dio a conocer la cifra de productividad.
En la primera reunión, el 5 de diciembre, Mintrabajo expuso sobre el mercado laboral; el Ministerio de Hacienda, sobre crecimiento económico y del DANE, sobre la metodología utilizada en la medición de la productividad.
Al siguiente día, el Banco de la República pronosticó una inflación de 3,88% para 2019 y 3 para 2020. A su vez, el DANE mostró la estructura del mercado laboral y registró 22 millones 181 mil personas ocupadas en 2019, con un promedio de desempleo de 10,7 entre enero y octubre. Señaló que para el primer semestre de 2019, 47,8% de personas ganaban menos de un salario mínimo; 36,7%, entre uno y dos salarios y 15,5 devengaban más de dos salarios. Finalmente, dijo que a finales de noviembre el Índice de Precios al Consumidor, IPC, había alcanzado el 3,84%.
Al cierre de esta edición de VOZ, 10 de diciembre, las centrales sindicales hacían su propuesta de la que según Diógenes Orjuela, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, y negociador, a la contraparte le quedaría muy difícil negarse.
Como todos los años, esta contraparte -gremios productivos y Gobierno- argumenta que no se puede incrementar mucho el salario porque se produce inflación. En contraposición, Orjuela responde que no es cierto ni que tampoco los altos salarios dañan la productividad porque los países más productivos son los que tienen mejores salario y condiciones de trabajo: “Ese es el invento de unos gobiernos y empresarios que quieren la riqueza para unos pocos sin pensar en el futuro y el desarrollo del país”.
Por su parte, el presidente de la Federación de Comerciantes, Fenalco, Jaime Alberto Cabal, en una entrevista argumentaba que los empresarios no pueden pagar salarios altos porque eso produciría mayores costos de producción, y por lo tanto, habría que subir precios.
Diógenes Orjulea dice que ese argumento es un error y expresa que el alza general de salarios tiene que ir acompañado de una reactivación del aparato productivo: “Si alguien que hace 50 mil bicicletas, y en una política general declaráramos que a cinco años vamos a doblar los salarios, ese señor tiene que recibir los estímulos necesarios del Gobierno para mejorar su productividad, y así garantizar que a los cinco años él esté produciendo cien mil bicicletas, porque si hay mejor poder adquisitivo va a vender más. Eso va de la mano. Lo que pasa es que estos señores manejan la economía sobre la base de cómo distribuir la pobreza entre más gente, y no cómo producir tanta riqueza para que a todos nos vaya bien”.
Productividad laboral
Por otra parte, la Corte Constitucional ha dicho que para determinar el salario hay que tener en cuenta la inflación, la productividad, el impacto de los salarios sobre el Producto Interno Bruto, PIB, y mantener el poder adquisitivo de los salarios.
Sobre la cifra de productividad, Fabio Arias, negociador por la CUT, comenta que desde hace más de 30 años ha existido una metodología del Departamento Nacional de Planeación para calcular la total, como la laboral.
“Ellos dicen: ‘El crecimiento económico del país es tanto, y la cantidad de gente que ha coadyuvado, es decir, los ocupados fueron tantos’, entonces se hace división entre la riqueza generada y la cantidad de personal vinculado a esta, y entre más crezca esta riqueza y los ocupados sean más, va haber un resultado. Este año, con esa metodología, la productividad laboral daría 3,2%, más unos cuatro puntos de inflación, ya iríamos en 7,2%. Pero el Gobierno previendo que eso sucedería, trajo la metodología de la OCDE para desvalorizar el trabajo y dice que la riqueza no fue generada por los ocupados, sino por factores como insumos; y la cifra según ellos es de 0,21%. Entonces, solo en productividad laboral tenemos una diferencia de tres puntos, que se los quitarán a los trabajadores”, explica Arias.
No obstante estos obstáculos y distancias, desde un principio la ministra de Trabajo, Alicia Arango Olmos, se mostró esperanzada en llegar a un acuerdo y “que el salario para los trabajadores sea el mejor”. […] “Quiero que hagamos de esta negociación un tema cordial, entendiendo la posición de todas las partes. Debemos trabajar para llegar a un punto de encuentro donde las expectativas sean razonables, teniendo en cuenta la situación actual del país y todos los factores que se deben medir al momento de decidir el salario mínimo”.
Y es justamente esa situación del país, esa problemática, de la que las centrales obreras hacen otra lectura para buscar soluciones, porque como dice Fabio Arias: “Les hemos dicho que deben entender que el país cambió, que si siguen haciendo mal las cosas con seguridad habrá más indignación y rebeldía. Esta vez no vamos a ir a regatear, sino a hacer una exigencia al Gobierno y a los empresarios y ellos verán qué hacen con eso. Tenemos a la gente en la calle respaldándonos”.