Contra todos los fósiles

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Sebastian Alfredo Forero

La implementación de los acuerdos, la incorporación a la lucha política legal abierta por parte de las FARC, el proceso con el ELN, son factores que están incidiendo de forma severa en la reconfiguración de las izquierdas de cara a la construcción de la paz en el país.

En este contexto se abre un debate sobre la capacidad de la izquierda para impulsar con otras múltiples y diversas voces más allá de la izquierda, un proceso de unidad para alcanzar una correlación de fuerzas favorable a garantizar una paz estable, duradera y con justicia social, y potenciar el proceso constituyente que permita la transformación profunda de la sociedad colombiana.

De este modo, el reto inconmensurable de edificar una nueva concepción del quehacer político que expanda de forma profunda los apoyos a la paz, está en la médula de las preocupaciones actuales, y pone sobre la mesa la urgencia de despojar nuestros discursos de aquellos aspectos viejos, anacrónicos y fosilizados que bloquean nuestras posibilidades de atraer miles y miles de conciencias a la lucha por un país diferente.

García Linera describía como ‘fósiles’ a las democracias de los países del norte (Contrastada con la democracia ‘plebeya’ que inspira los procesos revolucionarios de izquierda en el sur), que se basan tan solo en mecanismos de elección de gobernantes, democracias eminentemente procedimentales. Esas democracias, que como la colombiana, encierran sus instituciones herméticamente, bloqueando la participación popular e impidiendo la amplia discusión política sobre los asuntos más importantes de la sociedad.

Como reflejo de lo anterior, el panorama político nacional muestra cómo se han fosilizado los partidos tradicionales, que se reciclan cambiando sus colores para garantizar su subsistencia en medio de la corrupción, manteniendo un aparataje electoral enorme y mafioso para garantizar la cuota de votantes necesaria para reproducirse como clase dominante.

Así las cosas, la democracia colombiana representa una imagen cadavérica y estéril de una república decente y avanzada. Situación que nos exige plantear respuestas ante la enorme apatía política y la indiferencia de amplios sectores de la población hacia la paz y el cambio político que requiere el país.

La batalla histórica de los pueblos contra los fósiles

Si miramos al pasado, a pesar de varios siglos y milenios incluso, los excluidos han luchado para sepultar la opresión de los poderosos,como la hazaña insurgente de Espartaco, líder de los esclavos que enfrentaron el poder imperial de la decadente y fosilizada Roma, para construir el “Estado del Sol”, basado en la libertad y la buena voluntad entre los hombres; o la rebelión social de campesinos liderada por Thomas Müntzer, a quien se le catalogó comunista por pretender construir “el reino de Dios en la tierra”.

Como no invocar la resistencia indígena, la rebeldía cimarrona contra la colonia, y su sistema de explotación y esclavitud vetusto e inhumano; o el liderazgo de tantas mujeres que asumieron con entereza la lucha por la independencia como Manuela Saenz, Josefa Camejo, Policarpa y muchas más. El acervo que se enraíza sobre tales gestas hace parte importante de las empresas por dar al traste con la opresión y la injusticia sobre los pueblos.

En los albores del siglo XXI, América latina irrumpió desde la izquierda con una fuerza inusitada retomando aquel legado, haciéndose con gobiernos progresistas y revolucionarios en gran parte de Suramérica y el caribe;debilitando así la hegemonía que ejercía el poderoso imperio norteamericano y dando perspectiva a la emancipación construida desde el sur. ‘La estela del libertador’, como la llamó Vieira, Secretario General del Partido Comunista Colombiano, después de tantas décadas,contagiaría de nuevo la conciencia de inmensas masas populares enardecidas contra el holocausto neoliberal. El ayer y el hoy imbricados.

Los comunistas, en la lucha contra los fósiles

De igual forma, es elemental recuperar la experiencia histórica de los bolcheviques que ‘tomaron el cielo por asalto’ hace cien años. La primera revolución socialista que vivió la humanidad, es un ejemplo de incalculable vigencia del que hoy debemos tomar sus grandes aportes, para enriquecer el trabajo y la lucha diaria.

Todo el siglo XX es testigo fiel de las luchas emprendidas por parte de miles de comunistas en distintos rincones del mundo por crear sociedades justas, democráticas, basadas en la solidaridad y el internacionalismo. Desde Cuba a Vietnam, a lo largo y ancho del globo los comunistas desarrollaron amplios movimientos de masas que desafiaron a las grandes potencias mundiales, algunos con mayor éxito que otros, apoyando decididamente las luchas de liberación nacional y los movimientos campesinos, obreros, estudiantiles, entre muchos otros.

Hoy los partidos comunistas, unos con ochenta y tantos años, otros con muchos más, permanecen en el escenario político, unos más consolidados que otros. Independientemente de las valoraciones que se puedan hacer sobre estos en lo singular, son aún referentes de relevancia en el espectro de la izquierda de muchos países. Cierto es que el comunismo, como categoría histórica ha enfrentado los más violentos embates en la batalla ideológica desde su nacimiento, resistiendo agónicamente a su desaparición tras la caída de la Unión Soviética, y el abandono previo del pensamiento leninista por parte de varios partidos comunistas de Europa Occidental, que hoy buscan reincorporarlo a su acción política y teórica nuevamente.

Ser comunista, ser la antípoda de lo ‘viejo’

A pesar de la prolongada crisis del comunismo, no superada aún, esta no condujo como se esperaba a su desaparición del espectro de la praxis política, ni se ha disuelto en la gran diversidad de nuevas corrientes de la izquierda que han tenido gran relevancia en la actualidad.

Es la realidad misma la que aún reclama la permanencia y la vigencia de la lucha de los comunistas, de su partido y de su experiencia histórica, para enfrentar el capitalismo y su fósil democracia. Por lo cual, es claro que los comunistas tanto como los diversos movimientos y organizaciones, que han tenido un cierto peso histórico se deben actualizar, reimpulsando su discurso y sus formas organizativas para avanzar en el contexto actual, proceso que debe ser permanente en todos los aspectos.

No obstante, si bien reconocer el avance de fuerzas progresistas en Europa y en América Latina nos inspiran y se hace necesario recoger sus aportes a las luchas populares, conducir a asimilar tales procesos como la expresión real de nuestros fines político-organizativos– en virtud de su “carácter novedoso” – es caer en el adocenamiento teórico.

La urgente necesidad de renovar las formas de hacer política, no es asimilable con la negación de una tradición teórica, práctica y política que ha hecho parte transversal de las luchas sociales y políticas del pueblo colombiano históricamente.Hay que construir lo nuevo en un proceso dialéctico que permita dejar a un lado lo que ya no es útil y adoptando nuevas herramientas,incluso recuperando experiencias valiosas de lucha que fueron abandonadas u olvidadas innecesariamente, lo cual no es nada fácil y exige una labor seria de sistematicidad y rigor investigativo.

Lo nuevo tiene que ser precisamente el contenido y sustancia pedagógica y política para llegar a múltiples conciencias poniendo en diálogo el pasado con el presente. Por lo cual, lo menos útil a los propósitos al proceso de la unidad es rodear nuestro discurso de un ‘elitismo intelectual’ invocando el argumento de ‘la innovación’,para fortalecer una diferenciación inocua que no está a la altura de nuestras tareas comunes encaminadas a garantizar la implementación de los acuerdos de paz.

Por ejemplo, la tarea pendiente de reconocer la amplia diversidad dentro de las izquierdas, más allá de los discursos, nos exige que acabemos con los fósiles de la política izquierdista, los del sectarismo y el vanguardismo.Seguramente, reevaluando nuestras prácticas hacia adentro y hacia afuera,podremos dotar de bases más sólidas la alternativa política que desde la izquierda necesita Colombia para enterrar lo viejo y parir lo nuevo.

@Seb_AlfRed