¡Todos por el cambio, ya!

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Movilización en el marco del paro nacional. Foto Laura Sophia Martínez.

El continuismo de la política actual sería un desastre que incrementaría la hecatombe.  La insensibilidad gubernamental frente a la pandemia, el fracaso del sistema de salud, el retardo y la negociación en la vacunación, la negación de la renta básica, el estimular la guerra y la violencia estructurales haciendo trizas los Acuerdos de paz, el sistemático incumplimiento, con la indiferencia ante el genocidio de centenares de ex combatientes y líderes sociales.

Ante la incapacidad del gobierno y el desprestigio de la extrema derecha resurgen variantes de continuismo aceptables para sectores de la gran burguesía que han convivido cómodamente en medio de la guerra en los últimos 40 años. La investigación del periodista Alberto Donadío precisamente señala la responsabilidad del expresidente Virgilio Barco en la determinación de los crímenes contra la Unión Patriótica y el Partido Comunista, lo que devela que la aparente democracia coexiste con el exterminio de la oposición de izquierda como algo “natural”.

El país necesita y exige cambios estructurales. La paz impone la urgencia de que el Estado garantice la vida de todas y todos en Colombia, restablecer el diálogo con el ELN, cumplir los Acuerdos de paz en torno a la reforma agraria, la sustitución concertada de cultivos de uso ilícito, el punto final a la erradicación forzada, las fumigaciones y la estigmatización a los campesinos forzados a esas siembras porque carecen de alternativas, representan unos mínimos para avanzar.

Ante la pandemia, la vacunación general, la renta básica para enfrentar el hambre y el desempleo, la creación del sistema de salud público y universal, la matrícula cero, la ampliación de la educación pública gratuita, un Estatuto del Trabajo que asegure los derechos de los trabajadores, la transformación de las Fuerzas Armadas y de la Policía para que protejan la vida, la paz y los derechos humanos.

Estos cambios exigen la superación de las relaciones neocoloniales de Colombia y los Estados Unidos, el Plan Colombia y la presencia inconstitucional de tropas. Se necesita un replanteamiento de las relaciones en términos de independencia de la política exterior y un compromiso de paz, de solidaridad, de cooperación y unidad con América Latina y el Caribe.

Como lo hemos señalado constantemente, la derecha acusa a los excluidos, victimizados y perseguidos como los sujetos que polarizan el país. La ideología dominante tergiversa burdamente las medidas democráticas más elementales, los logros humanistas del socialismo, su defensa de la gente y la naturaleza para en esta forma estimular en el pueblo el rechazo a los ideales socialistas y su programa incluyente, solidario, libertario y democrático.

La idea del “centro” que postula ubicarse en el justo medio entre dos extremos, el de la derecha y el de la izquierda, entre Uribe y Petro, pierde de vista la esencia política y social del debate. Son argumentos para ocultar las relaciones del uribismo, el paramilitarismo, la corrupción, el copamiento hegemónico del Estado, los métodos gansteriles para asegurar la impunidad de todas estas acciones ilegales del poder actualmente dominante. Eliminar estas prácticas antidemocráticas es el objeto de un proyecto de poder popular con un nuevo rumbo histórico de paz democrática, de transformación cultural, de reformas sociales y políticas.

Precisamente esta es la tarea fundamental de coincidencia con UP, Colombia Humana, Polo, Mais, Decentes, ChaoDuque, las fuerzas de Iniciativa de Convergencia y Comunes, pero también del Pacto por la Salud y la Vida, el Comité Nacional y los comités departamentales de Paro, el movimiento sindical. Todas estas fuerzas políticas sociales son conscientes de la necesidad de la unidad más amplia, claridad   programática, eficacia organizativa y efectividad de las acciones electoral y poselectoral para consolidar los avances que nos conducirán al triunfo total y definitivo.

En esta forma libraremos al país de gobiernos ineptos, apoyados en la represión, el paramilitarismo y desarrollando políticas proclives a defender el gran capital y entregados a las imposiciones de los gobiernos de Estados Unidos y a los intereses de las multinacionales y del capital financiero. Por otra parte, su ineptitud condena nuestro pueblo a la explotación del empresariado, a la pobreza, la exclusión, a la precariedad de los servicios de salud, a una medicina deficiente y a pésimos servicios de agua potable y energía.

En consecuencia, el movimiento progresista, la Colombia Humana, la UP, el Partido Comunista, el sindicalismo y el movimiento social tenemos el compromiso de rescatar al país de esta tragedia, dando el primer paso en el triunfo electoral del 2022.

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