El hambre y la necesidad asedian, en medio de la cuarentena, a las prostitutas o trabajadoras sexuales de Colombia, tanto que algunas se han visto en la necesidad de romper la norma y salir del lugar de residencia a trabajar “domicilios” a pesar a las multas
Renata Cabrales
@RenataCabrales
“Buenas tardes, ¿cómo está? En primer lugar, nunca hablo de prostitución, sino de trabajo sexual”. Advierte, en medio de una conversación con VOZ, Sonia Benavides, y aclara: “Lidero una asociación que se llama Mujeres+, en Pasto, Nariño, y la zona en la que trabajamos es la Plaza del carnaval. Somos un promedio de 150 mujeres trabajadoras sexuales de población estable y flotante; las flotantes son las que van y vienen”.
Llama la atención la respuesta (¿cargada de indignación?) de la mujer entrevistada, cuando en un principio se habla de prostitución y no de “trabajo sexual”, pues para quienes se ven en la necesidad de ejercerla, en su mayoría, han defendido el derecho a que se acepte como un oficio común y corriente. Pero, para las feministas marxista (abolicionistas) esto no debe ser así, pues un Estado justo debería ofrecer alternativas laborales a las mujeres que declaran que realizan esa actividad para poder sobrevivir.
No es cuestión de ver la prostitución como una profesión más, como se pretende dentro de la lógica neoliberal que busca liberalizar todo en el mercado. El sistema se aprovecha del cuerpo de las mujeres para darles un trato de mercancía. La prostitución es considerada, de esta forma, un espacio de explotación económica y de explotación sexual.
Ingeborg Kraus, psicóloga, experta en psicotraumatología y activista contra la prostitución, quien en 2013 inició el Manifiesto alemán de psicotraumatólogos contra la prostitución. Afirma que su trabajo establece que la prostitución es humillante, que es degradante, que es un acto de violencia y una continuación de la violencia en las historias de vida de estas mujeres. No hay «buena prostitución», según la profesional y resalta que esta destroza la salud de quienes la practican: “todas ellas tienen dolores abdominales permanentes, gastritis e infecciones frecuentes, no solo vaginales y bucales; muchas de ellas padecen enfermedades de transmisión sexual e intentan silenciar el trauma psicológico con alcohol y fármacos”.
¿Se debe considerar, entonces, un trabajo la conversión de la sexualidad de las mujeres en mercancías y que degrada sus cuerpos? Es necesario tener en cuenta en este punto de la discusión que en los países en los que se ha reglamentado la prostitución, por ejemplo, Alemania y Holanda, han crecido las prácticas sexuales violentas de parte de los clientes. Esto conduce a otra cuestión, y es: ¿se puede considerar trabajo una actividad que incluye prácticas sexuales violentas?
Entre la prostitución y la trata
En Colombia, hace un par de años, se intentó aplicar el modelo de Suecia en el cual las personas que pagan por sexo son castigadas con prisión; sin embargo, la iniciativa promovida en el Congreso de la República, no tuvo éxito.
Una iniciativa a nivel mundial advierte que toda forma de prostitución implica la trata de personas con fines de explotación sexual, que es un delito, y las mujeres en esta condición serían las víctimas. Pero, en Colombia los intentos para abolir la prostitución hasta ahora han sido inútiles.
Por su parte, la ley 985 del año 2005 establece que la trata de personas es todo proceso de captación, traslado, acogida y recepción de personas con fines de explotación; señala siete finalidades de explotación y castiga con penas de prisión de 13 a 23 años a las personas que cometan esta conducta.
Según cifras de la Secretaría de la Mujer de hace un par de años, en Bogotá, la población en condición de prostitución, que se ubican en establecimientos en calle, da una muestra de 7 mil 94 personas. Y se advierte que más del 60% de estas mujeres carece de afiliación a un sistema de salud, y las afiliadas al régimen constitutivo no alcanzan a hacer ni el 33% y el 60% está en el régimen subsidiado.
Más allá de la discusión
Sin embargo, legal o no, las mujeres que ejercen el oficio en Colombia, en medio de la pandemia del coronavirus, han tenido que tomar la riesgosa decisión de violar las reglas de confinamiento y salir a trabajar a “domicilio”, a sabiendas de que se exponen al contagio del virus. Pero en estos casos, la necesidad de alimentar a sus hijos e hijas es más fuerte que el temor a la exposición y a las multas.
En diálogo con medios de comunicación la presidenta del sindicato Sintrasexco, Fidelia Suárez, hizo un llamado al Gobierno Duque y a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, para que se solidaricen con el gremio durante la crisis del coronavirus. Según la mujer, ninguna persona de este sector “está ejerciendo en estos momentos” la actividad de trabajo sexual, debido a que “la clientela desapareció por miedo al contagio” del virus.
Así mismo, Suárez llama “irresponsable” al presidente Duque, por la falta de apoyo, pues las mujeres que ejercen este oficio, no han recibido ningún tipo de subsidio y algunas ya no tienen cómo pagar «la pieza» que pagan a diario.
La situación de Mujer+, en Pasto
En este orden de ideas, Sonia Benavides, nos comenta sobre la situación de las trabajadoras sexuales en Pasto, principalmente de las que hacen parte de la asociación que dirige, Mujer+, que “es muy duro para las compañeras que viven en los hoteles, porque ellas no tienen cómo cocinar y menos para comprar comida, pues carecen de medios económicos, ya que no han podido trabajar”.
Resalta Benavides, con el fin de apelar a la solidaridad del gobierno o más bien, de exigir un derecho fundamental en tiempos de crisis, que: “ahora estamos en el completo olvido del Estado y de una sociedad de doble moral, que por un lado ocupa nuestro servicio, y por otro, nos juzga. Somos madres cabeza de familia y también hay mujeres trans que ven por sus familias. Además, nuestro trabajo implica cercanía al cliente y nos exponemos más al contagio del virus. Pero lo hacemos porque no podemos morirnos de hambre, ya que no hemos recibido ayuda y no sabemos qué va a pasar con nosotras”.
Como lo indica la sentencia T-629 de 2010, en Colombia la prostitución no es ilegal ni está penalizada. Sin embargo, quienes la ejercen hacen parte de una población vulnerable y marginada donde no llega el Estado de derecho y que deviene la víctima principal de la pandemia del coronavirus.
VOZ te necesita
📢 Si te gustó este artículo y quieres apoyar al semanario VOZ, te contamos que ya está disponible la tienda virtual donde podrás suscribirte a la versión online del periódico. Ofrecemos el mejor análisis político, económico y cultural para pasar la cuarentena en casa.
#QuédateEnCasa y lee el semanario VOZ.
👇🏽👇🏽👇🏽