Tras la caída de John Bolton ¿habrá un viraje en la política exterior norteamericana?

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John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, fue reemplazado por Robert O’Brien, colaborador del Departamento de Estado y presentado como un experto en rescate de rehenes.

No habrá una política menos peligrosa para la paz y la seguridad internacionales. Estados Unidos ha incrementado una carrera armamentista. Trump alienta operaciones de “cambio de régimen” en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Hong Kong

Ricardo Arenales

La salida del exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, sigue dando de qué hablar. Es claro que había notables diferencias entre lo que proponía el exconsejero presidencial y lo que pensaba el presidente Donald Trump. El presidente dijo que el, hasta ese momento, funcionario de su confianza, “se pasó de la raya”, y por eso prescindía de sus servicios.

Algunos medios de prensa especulan con el hecho de que la invitación que inicialmente había hecho Trump a un grupo de líderes talibanes para recibirlos en la sede presidencial de Camp David, discutir con ellos una salida política a la crisis de Afganistán y el retiro definitivo de tropas norteamericanas de ese país, había mortificado en grado superlativo a Bolton. De hecho, la pataleta del exasesor, contribuyó a la frustración del encuentro.

Otros medios aseguran que fue la situación en Venezuela la que tumbó al controvertido funcionario. Para Bolton se había convertido en una obsesión la idea de que al presidente Maduro había que apartarlo del poder a cualquier precio y se ensayaron todas las fórmulas posibles, desde un atentado con drones hasta hacerle el juego a un alzamiento militar de una parte de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, pasando por los repetidos intentos de golpe orquestados por la oposición pronorteamericana.

Renovar el maquillaje

Pero llama también la atención la afirmación de analistas en el sentido de que Bolton resultó más duro que Trump en el manejo de la política internacional, y que el mandatario, en trance de campaña electoral, necesita morigerar su beligerancia, y probablemente se vaya a dar un viraje en el manejo de los asuntos externos, en la idea además de mostrar una cara diferente, más conciliadora, del inquilino del Despacho Oval.

Son solo cantos de sirena. Son ilusiones de los que piensan que con la salida del “Bigotón” Bolton, como lo llamaba Trump, la política exterior norteamericana va a ser menos virulenta. En esencia, la línea intervencionista, el carácter extraterritorial de las sanciones a varios países, el rompimiento de los acuerdos nucleares con Rusia e Irán, son estrategias compartidas por los dos líderes. Precisamente por eso, Trump llevó a Bolton a la Casa Blanca. La diferencia está en los matices.

Sometimiento a Washington

Juega en primer lugar el hecho de que Trump está en campaña electoral, y le conviene distanciarse de los ‘halcones’ más radicales de su equipo. Le interesa por ende ser más pragmático en el manejo de las relaciones, con Corea del Norte, con Irán, en el manejo de la crisis en Afganistán y seguramente en el tema de Nicolás Maduro, al que Bolton no pudo derrocar, ni la oposición de ese país alzarse como un proyecto político serio y creíble para los venezolanos.

Pero no habrá una política menos peligrosa para la paz y la seguridad internacionales. Estados Unidos ha incrementado una carrera armamentista. Trump alienta operaciones de “cambio de régimen” en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Hong Kong. Recrudece las sanciones contra Cuba y Venezuela. Es decir, la agenda Bolton sigue sobre la mesa. Trump, desde luego, quiere conversar con algunos actores, negociar. Pero para imponer su agenda “América primero”, que desestima un mundo multipolar, que sueña volver a uno unipolar, en el que las naciones del mundo se subordinen al dictado de Washington.