Trump amenaza con intervención militar

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Las tropas intervencionistas norteamericanas y de los países títeres, serán detenidas por la movilización del pueblo venezolano y la solidaridad internacional.

El jefe del Comando Sur de los Estados Unidos dice que “ya todo está listo”, y menciona una “Operación martillo”, que involucraría a tropas de varios países de América Latina, incluida Colombia

Alberto Acevedo

La imposición de sanciones de diversa índole contra el staff de la revolución bolivariana, que incluye al presidente Nicolás Maduro y el chantaje de que habrá nuevas “acciones económicas fuertes y rápidas”, a decir del mandatario norteamericano Donald Trump, si el gobierno venezolano insiste en llevar adelante la Asamblea Nacional Constituyente, es otra muestra de la prepotencia imperial norteamericana, que sigue considerando a esta parte del hemisferio como su ‘patio trasero’.

No hay un ejemplo reciente de un país que haya sido sometido a un asedio tan despiadado, en los terrenos económico, político, diplomático y mediático, como el que ha sido impuesto al gobierno del hermano país.

Las amenazas de la potencia norteamericana, es claro, encajan perfectamente en el libreto desestabilizador del manual golpista denominado “Venezuela Freedom II”, que en su momento delineó el general John Kelly, hoy Jefe de Gabinete de la Casa Blanca.

Guerra no convencional

Existe, desde luego, un ‘Freedom I’, y ambos documentos se auto clasifican como manuales de guerra no convencionales, para llevar a Venezuela a un escenario de intervención militar, como ha sucedido en el pasado reciente en naciones como Siria, Ucrania, Irak, Libia, entre otros. La reciente reunión de las grandes potencias occidentales, en el marco del G-20, ratificaron una estrategia intervencionista y de reparto de zonas geográficas, ricas en yacimientos minerales, en agua, recursos naturales del subsuelo, o simplemente por su posición geoestratégica.

Esta política intervencionista fue ratificada a finales del año pasado por el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, Almirante Kurt Tidd en audiencia ante el Congreso, donde indicó que los intereses de Estados Unidos estaban asegurados y no había de momento nada que pudiera afectar su seguridad nacional en esta parte del planeta.

Pero, una amenaza a la primera potencia industrial y militar del mundo, indicó, pudiera venir de Venezuela, que se había convertido para entonces en una de las prioridades para el Comando Sur. Que esa situación de peligro había surgido desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela, un socialista que había fortalecido sus relaciones con Rusia, Irán y Cuba, y que, la elección de Maduro era la continuidad de esa política.

Colombia mete las manos

El jefe del Comando Sur destacó, en contraste, las buenas relaciones con Colombia y la calidad de su personal castrense, entrenado para poder sumarse a la fuerza militar conjunta regional. Semejante elogio al estamento armado colombiano en un contexto de agresión a Venezuela, es muy sintomático. En un gesto de franqueza, reconoció que contra Venezuela se venía aplicando una “diplomacia coercitiva” de acuerdo a la situación que se desarrolla ahora.

Indicó el mando  norteamericano que para “atender” a Venezuela se preparó una ‘Operación martillo’, pero se abstuvo de entregar detalles sobre su naturaleza, y el congreso norteamericano en una actitud de connivencia frente a una aventura militar intervencionista en Latinoamérica, tampoco preguntó detalles sobre la operación.

Del nivel de injerencia en los asuntos internos de Venezuela da cuenta el hecho de que en los ocho meses corridos del presente año, se han  producido más de cien declaraciones hostiles contra el país vecino, provenientes de funcionarios de todos los niveles, incluido el presidente Trump. El Congreso de los Estados Unidos en este lapso ha dedicado importantes recursos y energías para “resolver” la situación en Venezuela, como si se tratara de una colonia suya o un Estado bajo la bandera de barras y estrellas. En esa perspectiva, solo este año aprobó siete millones de dólares para la “asistencia a la democracia y los derechos humanos de la sociedad civil en Venezuela”.

Institucionalizar el terrorismo

Restablecer la estabilidad y el orden democrático en la patria de Bolívar significa, eso está claro, que el petróleo de Venezuela pase de nuevo a control de los Estados Unidos, que en el vecino país se imponga un modelo de gobierno neoliberal, que la burguesía de ese país recupere sus antiguos privilegios. Volvería a imponerse, ahí si por la fuerza, por encima del ordenamiento constitucional, una fórmula bipartidista, pero no como la había antes de Chávez, sino la hegemonía de  del sector más fascista y recalcitrante de los partidos tradicionales, el que ha estado comprometido con las guarimbas, las explosiones en las calles, el asalto a instituciones del estado y su compromiso con grupos paramilitares terroristas.

Los factores de fuerza para imponer este modelo regresivo son: Estados Unidos, la oligarquía entreguista venezolana y la dura campaña en el exterior que ha logrado que un importante número de gobiernos e instituciones se plieguen a las instrucciones golpistas del Departamento de Estado. El último episodio de esta campaña de deslegitimación es el anuncio del Mercosur de excluir definitivamente de su membresía a Venezuela.

Ante semejante ofensiva, en la que personajes como la canciller colombiana y el señor Darío Arismendi creen que la caída de Maduro es cuestión de horas, el pueblo venezolano no se queda con los brazos cruzados y se moviliza para defender la esencia democrática de su proyecto. La Asamblea Nacional Constituyente, que ya fue juramentada por el presidente Maduro y comenzó su tarea deliberativa, dará seguramente una respuesta contundente a los planes intervencionistas y golpistas de la reacción nacional e internacional.