Un crecimiento bastante pobre

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Vendedores ambulantes en Bogotá.

Carlos Fernandez – Investigador del CEIS

En la edición No. 2873, en esta columna, el autor hacía un análisis de conjunto de las cifras del comportamiento de la economía colombiana durante 2016. Dado que ya se dispone de las cifras definitivas, abordaremos nuevos aspectos relacionados con el tema.

El estado de la economía

El crecimiento de 2,0% del producto interno bruto del país (PIB) durante 2016 fue, realmente, pobre, si bien algunos analistas, incluidos los que están al servicio del sistema, esperaban, sobre la base de la información al finalizar el tercer trimestre, un comportamiento aún más precario. La Asociación Bancaria (Asobancaria), por ejemplo, esperaba un crecimiento del 1,8%. Durante lo que va corrido del siglo, sólo en dos años, 2001 y 2009, el crecimiento del PIB fue inferior al obtenido durante 2016. Cabe señalar que la cifra de crecimiento del PIB incluye los impuestos pagados, a los cuales se les descuenta el valor de los subsidios que otorga el Estado. Antes de esta operación, la cifra que se obtiene es la del crecimiento del denominado valor agregado, que presentó un crecimiento de sólo 1,9% durante el período considerado.

Al analizar el comportamiento de la economía por sectores, la cifra obtenida hace referencia a este valor agregado pues el comportamiento de los impuestos no está desagregado, con lo cual se oculta la participación de cada sector en el financiamiento del Estado y, lo que es más importante, se esconde cómo se reparten los subsidios en el nivel sectorial.

El sector que constituyó el baluarte del crecimiento del valor agregado durante 2016 fue el financiero, con un incremento del 5,0% respecto a 2015. Por subsectores, el de la intermediación financiera, es decir, el representado por los bancos y demás entidades dedicadas a la actividad de captación de recursos y otorgamiento de crédito, presentó un crecimiento de 11,1% respecto a 2015.

En varias ocasiones, hemos señalado en estas páginas que no es que el sector financiero cree riqueza sino que, de lo que se trata es que su predominio en el conjunto de la economía le permite apropiarse del grueso de la plusvalía generada en el sector real de la economía así como de gran parte de la generada en el exterior y que se realiza, en parte, en el país mediante las operaciones de importación.

El segundo sector en importancia fue el de la construcción, con un incremento de 4,1% entre 2016 y 2015. Pero, al mirar más en detalle, se observa que, mientras el subsector de la construcción y reparación de edificaciones creció 6,0%, el de las obras de ingeniería civil lo hizo a un modesto 2,4%, con lo cual se pone al descubierto la falacia del discurso del vicepresidente acerca del supuesto enorme avance de las carreteras de cuarta generación o 4G, tema con el que ha venido haciendo su campaña presidencial, utilizando para ello, los recursos públicos.

En cuanto a los sectores auténticamente productivos, el crecimiento de la industria manufacturera y de la agricultura presenta niveles del 3,0% y del 0,5%, respectivamente. El primero está directamente asociado a la entrada en producción de Reficar, como lo hemos señalado en reiteradas ocasiones, y, de acuerdo con los resultados de los dos últimos trimestres, su impacto en los resultados de este sector presenta ya síntomas de agotamiento. Por su parte, la agricultura no levanta cabeza desde hace rato. El fenómeno de El Niño en 2016 pero, sobre todo, el permanente aumento de las importaciones de productos agrícolas tienen de capa caída al sector, en momentos en que la implementación del primer punto del Acuerdo de Paz sobre desarrollo rural integral debería tener al gobierno nacional buscando los recursos para ejecutar las inversiones requeridas, cosa que no sucede. Cabe indicar que el sector de minería y extracción de petróleo crudo descendió un 6,5% durante el año 2016, reflejando, de esta manera, la desinversión provocada por el abrupto descenso de los precios del petróleo.

La perspectiva para 2017

Los analistas económicos de todas las tendencias no ven el año 2017 con buenas perspectivas. Los más optimistas plantean un comienzo de salida del trance provocado por la situación del petróleo, aunque, como en el caso de Asobancaria, lo hacen de una manera desvergonzada: «Con excepción del consumo de los hogares, que tendería a desacelerarse levemente frente a 2016, la mayoría de los componentes de la demanda agregada exhibirían una recuperación de manera progresiva y moderada como respuesta al lento proceso de ajuste tras los choques adversos del periodo 2015-2016» señala el gremio de los banqueros, indicando que les importa un bledo la situación económica de los llamados en la estadística oficial «hogares», que no son otra cosa, en gran medida, que las familias de los sectores pobres y medios de la población. Correctamente, la Asobancaria señala cómo la malhadada reforma tributaria de finales de 2016 va a tener un impacto negativo sobre el PIB, al desacelerarlo, calcula la Asociación, en 0,3% durante 2017. Pero mientras los negocios marchen, no hay problema.