Una analogía entre la política y el fútbol

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Hinchas rusos en la inauguración de la copa del mundo. Foto Telesur

Camilo López Martínez

No es equiparable perder un partido de fútbol a perder unas elecciones presidenciales, la vida sigue en el primer caso, mientras a muchos se les niega por una mala decisión en el campo político, la intención no es banalizar lo importante ni hacer comparaciones absurdas que puedan ofender a los más conservadores, pero aquellos que nos hemos dejado cobijar por ambas pasiones conocemos la similitud de símbolos y sensaciones, las centenares de metáforas que encierran y se desprenden después de disputar largos encuentros, a veces con desenlaces victoriosos y otros con desenlaces desastrosos, para el caso de las elecciones del 2018 podemos responder con cierta ambigüedad que estos resultados visten las dos caras.

Llegar a una final y perderla contra tu contraparte más odiada o con tu rival natural sin duda es doloroso, dolorosísimo, pensar en lo cerca que estuvimos del título y en que tal vez no se vuelva a tener la oportunidad de ganar el trofeo golpea los colores de tu corazón y de tu alma. Pero para un equipo “históricamente chico” o que no frecuenta jugar finales, los diagnósticos y balances objetivos de los hechos son sorpresivos, históricos y positivos; y se vuelven optimistas cuando tu propuesta de juego generó identidades, brilló por su transparencia, eliminó a otros equipos tradicionales y dejó una importante base para las próximas competiciones. Con orgullo podemos decir que la Colombia Humana hizo un “Jogo Bonito”.

Ganaron por tradición

Nos ganó el equipo más tradicional y más sucio en la historia de Colombia, aquel del plantel ostentoso, con apoyo empresarial y de medios, capaz de comprar hinchadas enteras y sobornar árbitros para poder inflar sus resultados, su propuesta de juego no fue mejor que la nuestra, ganaron por tradición, presupuesto y mañas, pero se quedaron cortos en sus resultados, terminaron arrinconados y pidiendo tiempo entre los tres palos, con la llegada de los nuevos refuerzos de centro, por poco logramos remontar una historia de adversidades.

Ellos ganaron, pero su victoria es agridulce, terminaron asustados, saben que están perdiendo su hegemonía, saben que su chequera ya no es garantía para seguir robando ligas; nosotros perdimos, pero sabemos que en el fútbol y la política la cosa es de momentos pero también de procesos, ya no somos marginales y ya no somos equipo chico, si logramos mantener el jogo bonito, estoy convencido de que volveremos a llenar todas las tribunas, ya no seremos únicamente los fanáticos radicales de la gradería sur y ya no solo llenaremos las plazas donde somos locales sino también aquellas que nos resultan adversas, hasta el eje cafetero y Antioquia serán nuestras casas, el objetivo será volvernos local en toda Colombia .

Desde la cuna hasta el cajón

Quienes transitamos en algún momento por el barrismo podemos contar que las veces en que nuestro equipo perdía con buen juego, agallas y la frente en alto, la sensación nunca fue de desmoronamiento. Al contrario, nunca se paró de alentar, el refugio se encontraba en los himnos y cumbias que se volvieron hitos en nuestro continente, con especial agrado recuerdo aquella que apelaban al amor incondicional “no me arrepiento de este amor, aunque me cueste el corazón” para este caso no me arrepiento de este amor por el cambio, no me arrepiento de que mis banderas sean la justicia social, no me arrepiento de los caminos recorridos y de los que nos quedan por recorrer y no me arrepiento de acompañar a la Colombia Humana durante estos más de cinco meses de campaña, “desde la cuna hasta el cajón, como mi papá” seguiré hinchando por los colores de la paz una y cien veces más. La política nunca es definitiva, cada vez que vengan el oscurantismo, la corrupción y la guerra, se encontrarán con un equipo movilizado por la defensa de nuestros derechos, con agallas y carácter resistiremos, con criterio y voluntad remontaremos. Los vamos a derrotar, la política también te da revanchas, la alegría continuará, las estrellas arribarán, ya viene la Colombia Humana…