Por una convergencia amplia con sentido estratégico

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Para las corrientes alternativas los temas de converger y unirse han sido esenciales en la actual campaña política. Se destacan temas fundamentales coincidentes de un programa popular, democrático, de esencia social, en contraste con la lógica guerrerista, paramilitar y privatizadora del gobierno Uribe-Duque. Se subrayan el cumplimiento del Acuerdo de paz, la protección de la seguridad humana, la defensa de la vida digna, el rechazo a la impunidad y a la complicidad desde los altos funcionarios con crímenes flagrantes, como los ocurridos en Convención (Dimar Torres) y la Lizama (un menor de edad).

Hay reivindicaciones estratégicas desde lo local, como el metro subterráneo para Bogotá, el cumplimiento de la inversión en los planes de desarrollo con enfoque territorial en los municipios, la ejecución de las 16 circunscripciones territoriales de paz, claramente aprobadas por el Parlamento en 2018, la acción contra la corrupción amparada en el poder y los privilegios del partido gobernante. Además, tienen peso vital la defensa del agua, las garantías laborales y las medidas frente al desempleo, la defensa de lo público, el fortalecimiento de la educación y la salud. Es general el rechazo al extractivismo, a las fumigaciones con glifosato, a las privatizaciones, a nuevos gastos en armamentos que agudizan el conflicto social no resuelto y la amenaza de confrontación con Venezuela, bajo la presión de Washington. Es claro que, tras la disputa por la incidencia territorial salen a la luz la lucha por la democratización de la sociedad y el Estado como nuevo campo de batalla.

Hay otros ajustes de cuentas con el gobierno Duque:  cumplir con los compromisos del Acuerdo y rescatar una política de paz del Estado; restablecer el diálogo con el ELN; cumplir lo pactado con la Minga campesina e indígena y con el movimiento universitario; doblar el brazo de quienes pretenden desconocer lo acordado en cuanto a sustitución de cultivos, formalización y entrega de tierras, libertad de presos políticos y prisioneros de guerra.

Debemos reconocer el ejercicio de apertura unitaria en la figura de Colombia Humana – Unión Patriótica como un esfuerzo singular para la animación de las coaliciones de listas y candidaturas. Reagrupar fuerzas por la democracia y por los cambios avanzados es una tarea que progresa, pese a dificultades e incomprensiones. Hay quienes son partidarios verbales de la convergencia, pero minimizan los graves problemas que hoy se condensan en la disputa por el poder local, derivados de los incumplimientos del gobierno, de la mezquindad con la implementación, de las amenazas contra la vida de centenares de defensores de la paz y opositores de izquierda, en presencia de una política militar de retorno a la contrainsurgencia, plagada de conductas oscuras y de corrupción. Seguridad humana es hoy defensa de la vida frente al genocidio político en marcha.

Los comunistas nos hemos esforzado por poner en práctica una visión de Frente Amplio con base en la convergencia programática y sin exclusiones hacia las fuerzas revolucionarias que actúan cobijadas en un acuerdo de paz. Lo hemos logrado en esta primera fase de inscripción de listas y candidaturas, aunque en algunos lugares no fue posible aislar o neutralizar el sectarismo excluyente y oportunista frente a la izquierda. El alcance de las convergencias va a depender mucho de la coincidencia de objetivos en lo programático, de la lucha en la calle y de la movilización popular de masas.

La importancia de poner por delante el sentido político y la visión estratégica en esta lucha de clases frente a un adversario que no respeta su propia institucionalidad y sigue usando la violencia militar y paramilitar como un instrumento para desarticular las fuerzas alternativas, es crucial en la coyuntura.

La izquierda avanzada no debe perder de vista el significado estratégico de su papel, de los factores que la convocan a unir fuerzas y a ser motor dinamizador de la convergencia más amplia. Las opciones que ha abierto esta política de unidad exigen un esfuerzo decidido con la base popular por la conquista de los votos, porque el 27 de octubre puede definir los términos de un nuevo momento en la perspectiva de la unidad para un gobierno democrático en 2022.