Los sacrificios y riesgos asumidos por Carlos Lozano durante más de la mitad de su vida, para convertir la propuesta del PCC en realidad vieron sus frutos en el 2016, en los Acuerdos de Paz de La Habana
José Ramón Llanos
En el artículo anterior veíamos procesos políticos que ocurrieron en el país, que fueron vividos por Carlos Lozano, unos indirectamente y otros directamente. Los primeros, la violencia estimulada desde los gobiernos dictatoriales de Ospina Pérez y Laureano Gómez, que él conoció por los relatos de los campesinos, de sus padres Carlos Arturo y su madre Tulia Guillén liberal tan o más radical que su esposo.
Cumplidos los 14 años, cuentan sus hermanas Tulia y María, comienza a militar en la Juventud Comunista, JUCO, asume más reflexiva y críticamente sus experiencias.
También se entera de la imposición de la política anticomunista en Colombia y América Latina, agenciada por los Estados Unidos, por lo que le narra su padre Carlos y posteriormente en las escuelas de la Juco, en la prensa partidaria y en las hojas de denuncia del Partido Comunista Colombiano PCC, alguna de las cuales las distribuyó en Ibagué, con sus camaradas de la Juco.
Lógicamente, el hecho que más influyó en la cualificación y en la formación política y ética del autor de Colombia. La hora de la izquierda, fue su ingreso en las filas de la Juco-PCC. Tan pronto culminó sus estudios de derecho en el Externado, dada su disciplinada y activa militancia, el PCC le dio la oportunidad de cualificar su formación académica-política, en los Cursos Especiales de Periodismo en la Universidad de Budapest, República Popular de Hungría y en la Escuela de periodismo de la Organización Internacional de Periodistas, en Praga, Checoeslovaquia.
El XIII Congreso del PCC
Al regresar al país en 1980, participa en el XIII Congreso del Partido Comunista Colombiano, precisamente en este, se discutió y aprobó la propuesta del PCC, para convertir la lucha por la paz, con justicia social, en el eje fundamental de la lucha partidaria. Al respecto la Resolución Política de ese Congreso afirma: “La lucha por la paz, la democracia y la liberación nacional están estrechamente ligadas y hacen parte de la gran aspiración del movimiento revolucionario colombiano para un cambio sustancial del país.”
Teniendo en cuenta que esa determinación implicaba, tratar de que la opinión, y especialmente los sectores democráticos y revolucionarios la asumieran y la impulsaran y, además, lo que sugiere Jorge Dimitrov: “Nuestros acuerdos, incluso lo más justos quedarán sobre el papel si no tenemos los hombres capaces de llevarlos a la práctica”.
La dirección del PCC decidió que Manuel Cepeda y Carlos Lozano Guillén deberían ser los cuadros comunistas que se comprometieran a fondo en la socialización y justificación de la lucha por la paz. La personalidad carismática de Carlos y el reconocimiento de su condición de luchador revolucionario honesto y recursivo a la hora del debate, lo fueron posicionando como el adalid de la causa democrática, el defensor de los explotados y excluidos, con pleno reconocimiento de los distintos movimientos revolucionarios y progresistas.
Para cualificar óptimamente su acción política, fue vinculado a la “escuela donde se doctoran en periodismo revolucionario los comunistas: el semanario VOZ, órgano del PCC, fundado como VOZ de la Democracia en 1957. Allí a partir de 1991, fue ascendido a director.
La difícil lucha por la paz
Nadie pensó que la lucha por la paz y el camino del diálogo como una vía adecuada para lograrla entre el Estado colombiano y las insurgencias, EPL, M-19 y ELN, resultarían de tan difícil aceptación por estos grupos. Consideraron esa propuesta como entreguista, algunos incluso la consideraron como una traición. Solamente las Farc-EP, entendieron y aceptaron la posibilidad de entablar diálogos con el Gobierno para arribar a un acuerdo de paz.
Manuel Cepeda y Carlos Lozano dieron la batalla para sacar exitosamente esa táctica y como todos saben, la insurgencia terminó entendiendo la importancia y beneficios que reportarían para la lucha política legal, tras el objetivo de construir una real democracia, rescatar la soberanía y el usufructo racional de los recursos de la naturaleza.
Por fin la paz con las FARC-EP
Carlos Lozano y Manuel Cepeda comprometieron su vida para lograr que los distintos gobiernos burgueses entendieran que derrotar la guerrilla aún con asistencia técnica y militar de los Estados Unidos, era un imposible. Este objetivo loable de singular importancia para el desarrollo de la lucha política más civilizadamente, le costó la vida al senador Manuel Cepeda quien fue asesinado el 20 de agosto de 1994, por un grupo con participación de militares.
A Carlos Lozano le tocó entonces seguir bregando, con el apoyo de la senadora Gloria Inés Ramírez, de Álvaro Vásquez y Jaime Caycedo, para hacer realidad el objetivo planteado en el XIII congreso del PCC a finales de 1980.
El autor de Crónicas del conflicto participó en los intentos de suscribir acuerdos entre la insurgencia y el estado colombiano, desde la presidencia de Belisario Betancourt, Turbay Ayala, Virgilio Barco, Andrés Pastrana, César Gaviria y Juan Manuel Santos. Los resultados de estos procesos, fueron unos relativamente exitosos y otros frustrantes.
Los sacrificios y riesgos asumidos por Carlos Lozano durante más de la mitad de su vida, para convertir la propuesta del PCC en realidad vieron sus frutos en el 2016, en los Acuerdos de Paz de La Habana y del Teatro Colón. El pueblo colombiano, la comunidad internacional, la ONU han exaltado la dura brega del director del semanario VOZ, quien tuvo una fe inmarcesible en la lucha por la paz.
El pensamiento de Carlos Lozano
“Porque el día que en este país haya democracia plena y garantías para todos, igualdad ante la Constitución y la ley, tambaleará este poder. Es un problema de clase. La clase dominante prefiere la violencia porque le permite imponer a ‘sangre y fuego’ sus designios. Por eso no consideran conveniente cambiar el sistema político impuesto a la fuerza. El modelo económico, por cierto, en crisis en el mundo, lo consideran inalterable, les permite enormes utilidades y ganancias a expensas del sacrificio del pueblo.”
“En este contexto es vital para construir la paz el debate sobre el modelo político y económico, el papel de las instituciones y de las Fuerzas Militares. Se requiere un verdadero revolcón institucional. Pasar de la democracia formal a la participativa.”
Sobre el XIII Congreso del PCC
“Fue un congreso histórico que abrió el camino hacia la paz democrática sobre la base de la solución dialogada del conflicto que atacara sus causas políticas, económicas y sociales”
“Siempre la oligarquía bipartidista ejerció el poder mediante la violencia. Así fue la relación del Estado dominante con los ciudadanos, tras la muerte del Libertador Simón Bolívar. Sin esa forma violenta, no hubiera podido gobernar en beneficio de la clase explotadora” (Crónicas del conflicto).
VOZ
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