Bajo una misma bandera

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Los mandatarios de Corea del Norte, Kim Yong-un y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, durante el histórico encuentro.

Los gobernantes de las dos naciones declararon oficialmente el fin de la guerra, pero propondrán reuniones con Estados Unidos y China, para convertir el armisticio en acuerdo de paz definitivo

Alberto Acevedo

Tras la cumbre entre el líder norcoreano Kim Yong-un y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, celebrada el 27 de abril pasado en la región de Panmjunjong, a pocos metros de la frontera entre las dos naciones, los gobernantes suscribieron una declaración conjunta en la que se comprometen a cooperar para establecer una “paz permanente” en la península y abrir conversaciones con Estados Unidos para la firma de un tratado de paz definitivo que sustituya el armisticio a que llegaron las dos naciones tras la guerra de 1953, que no concluyó con un tratado de paz sino con un  cese de hostilidades.

La declaración conjunta incluye el esfuerzo futuro por reducir los arsenales militares, el cese de “actos hostiles”, la conversión de la frontera, altamente militarizada, en una “zona de paz” y el impulso a conversaciones multilaterales con otros países, principalmente con Estados Unidos.

Entre los puntos centrales de la declaración, se destaca el que llama a confirmar la importancia de decidir de manera independiente, el destino de la nación coreana. Esto se liga al llamado a entablar un diálogo en varios ámbitos, para garantizar el cumplimiento de lo acordado en la cumbre.

Ninguna actividad hostil

Este contacto permanente implica la intensificación de la cooperación, la programación de visitas e intercambios entre representantes coreanos de distintas ramas ejecutivas, incluyendo el área militar.

Los dos mandatarios se comprometen a suspender cualquier actividad hostil en tierra, mar y aire. Al mismo tiempo suspenden la propaganda que por altavoces ubicados en la zona fronteriza desmilitarizada efectuaba cada bando denostando al ‘enemigo’.

El objetivo común de ambos gobernantes, tras la firma del acuerdo de abril, es desnuclearizar la Península de Corea. En los días previos al encuentro de los dos mandatarios, el líder norcoreano Kim Yong-un había anunciado la disposición de su gobierno de suspender los ensayos nucleares que, dijo, ya cumplieron su objetivo de reforzar la seguridad del territorio ante cualquier agresión extranjera.

En sentido amplio, el anuncio de Corea del Norte incluye el cese de los ensayos nucleares y de misiles, así como el cierre de las instalaciones de pruebas atómicas. “Como se ha comprobado la efectividad de las armas nucleares, no necesitamos llevar a cabo más ensayos nucleares o lanzamientos de prueba de los misiles de medio y largo alcance o de los misiles balísticos intercontinentales. Las instalaciones nucleares del Norte han cumplido su misión”, dijo el líder norcoreano ante un pleno del comité central del Partido del Trabajo de Corea.

En este sentido, ambos gobernantes, al suscribir la declaración final, declararon oficialmente el fin de la guerra, pero propondrán reuniones con Estados Unidos y China, para convertir el armisticio en acuerdo de paz definitivo.

En la parte final del documento se plasma la idea de que promoverán eventos nacionales conjuntos, y hacia el futuro, desfilarán bajo una misma bandera en las competencias deportivas internacionales en que participen. Así mismo, buscarán la intermediación de la Cruz Roja de los dos países, para establecer la posibilidad de la reunificación de los miembros de las familias separadas por el conflicto bélico.

Moon aplaudió la “valiente y sincera decisión de Kim de cruzar la frontera para acudir a la reunión”. Como fue ampliamente divulgado por la prensa internacional, en un simbólico acto, los dos mandatarios se tomaron de la mano y el presidente surcoreano invitó a su colega del norte a cruzar la ‘línea roja’ y pisar suelo de ese país. De inmediato, Kim Yong-un respondió el gesto, y tomó de la mano a su colega para que pisara tierra soberana de Corea del Norte.