La contundente y multitudinaria participación del paro nacional el pasado 21 de noviembre, con sus variadas acciones posteriores, caracterizadas por múltiples iniciativas populares que estimulan y potencian la movilización de muchos sectores, abre un nuevo capítulo en la lucha social en Colombia. La creatividad y la masiva participación en el territorio nacional, han permitido el surgimiento de nuevos actores que cualifican las dinámicas de resistencia. De igual manera, se ha podido avanzar hacia un espacio de coordinación de los procesos comprometidos con esta construcción colectiva, en el cual existe un reconocimiento de la autonomía de las diferentes dinámicas, que sumado al acumulado y a la iniciativa del movimiento sindical, representa una integración de la lucha con la capacidad de avanzar en los cambios que requiere el país.
Sin embargo, el pasado encuentro nacional nos deja la tarea de avanzar por la unidad y por más amplitud del proceso. Se requiere de mayores esfuerzos para desarrollar una estrategia colectiva de conducción. No es el momento de sectarismos; es el momento de construir consensos con la mayor amplitud, tampoco es el momento de dudas; debemos reconocer y valorar, tanto los acumulados y la resistencia heroica del sindicalismo, como sus aportes a la lucha del proletariado. Pero también es necesario valorar positivamente los nuevos actores sociales que han enriquecido las luchas y las movilizaciones territoriales y que requieren ser incluidos en las estructuras de conducción nacional.
A pesar de los desacuerdos que se presentaron, y que terminaron en dos escenarios de reunión, los dos espacios coinciden con el llamado a seguir las iniciativas de movilización que se proyectan para el mes de marzo, con perspectivas de prolongar las movilizaciones de acuerdo con la naturaleza de la respuesta del Gobierno al petitorio del sindicalismo y del movimiento social.
Una de las tareas urgentes del Partido Comunista Colombiano es impulsar iniciativas que ayuden a la unificación del proceso, sobre la base del mutuo respeto, el diálogo y el reconocimiento recíproco de los diferentes actores. Es imprescindible la unidad para cambiar el rumbo político del Gobierno, cuyas acciones y objetivos de la legislación tienden a favorecer al empresariado rico, especialmente al capital financiero, en detrimento de la clase media y el asalariado de bajos ingresos. Por tanto, los objetivos de una gran movilización sindical y social es construir un contra poder que permita desde su fortaleza cambiar radicalmente los objetivos antipopulares del Gobierno y arrancar a los legisladores normas en favor de la mayoría del pueblo colombiano, para crear posibilidades de arribar a un país más democrático, inclusivo y capaz de recuperar la soberanía hipotecada a los Estados Unidos.
Los Comités Departamentales de Paro deben convertirse en los potenciadores del trabajo de los sectores sindicales, sociales y populares e identificadores de nuevos sectores susceptibles de ser integrados al trabajo regional para ampliar la influencia en las municipalidades y captar líderes que coadyuven en la elaboración de pliegos regionales y en el diseño de los planes de acción. De igual manera, aumentar significativamente los participantes en las movilizaciones y en el paro de finales de marzo.
Es importante señalar el avance organizativo de conducción, a partir de la participación directa de un delegado o una delegada de los respectivos Comités Departamentales de Paro y sectores sociales nacionales, ratificando el carácter amplio y participativo que representa la voz de los territorios y de los procesos sociales.
Es necesario este año retomar las acciones que mayor impacto produjeron en las movilizaciones de noviembre y diciembre: la toma pacífica de plazas y calles, los cacerolazos en do mayor, y estimular la iniciativa popular para que surjan otras acciones novedosas que cualifiquen y den más entidad a la protesta. No olvidemos que la lucha apenas comienza y la represión bárbara del Esmad y la ceguera del Gobierno ante las exigencias de las movilizaciones, debemos convertirlas en acicate de las respuestas más organizadas y contundentes.
La crisis del Gobierno de Duque está coincidiendo con un movimiento sindical, social y popular en ascenso, lo que debe estimular no solo el proceso de resistencia, sino que nos arriesguemos a conquistar un verdadero cambio político y democrático. Esta situación también nos debe motivar a reconocer y aceptar que es preciso avanzar en un proceso de frente amplio, con la inclusión de nuevas fuerzas, basado en un programa que muestre el sendero y las acciones necesarias para obtener el rápido éxito de los objetivos tantas veces mencionados.
No es la primera vez que el Partido Comunista levanta la bandera de la unidad popular, como el camino más adecuado para empoderar al pueblo y potenciar su acción política para construir un proyecto democrático de nación y en la actual encrucijada, procurar el cumplimiento del Acuerdo de paz, defender la vida de los defensores de los derechos humanos y los líderes sociales e identificar y juzgar a los autores intelectuales de sus asesinatos.