En la línea de los gobiernos neoliberales de la región, el de Lenín Moreno privilegió medidas económicas que favorecen más a los ricos que a la salud del pueblo
Alberto Acevedo
Son variadas las maneras como los países del mundo han enfrentado la pandemia del coronavirus y disímiles los resultados que vienen obteniendo. Hay ya, unas tendencias de las que se puede ir sacando conclusiones. Una de ellas es que las grandes potencias, usualmente ufanadas de sus recursos ingentes, de su prepotencia, de su soberbia, han sido quebradas por el virus.
Otros países, con menor nivel de desarrollo, muestran resultados sorprendentes. No solo en el control de del virus, sino por el alto grado de disciplina social, de interés por la inversión en recursos en salud, por el humanismo en su política, al privilegiar la vida antes que los negocios, como sí lo hacen las potencias occidentales. Cuba, Rusia, Vietnam, Nicaragua, son ejemplo de ello.
En América Latina se da esa diversidad de resultados. Hay sin embargo dos casos, que sitúan en polos opuestos el tratamiento, la inversión de recursos y los resultados frente a la pandemia. Son los de Venezuela y Ecuador, y el comportamiento diametralmente diferente de sus gobiernos frente a la crisis de salud pública que el covid-19 plantea.
Aplanada la curva
El 16 de marzo pasado, con 17 casos de coronavirus confirmados, el gobierno bolivariano de Venezuela declaró la cuarentena en seis regiones del país, incluyendo el distrito de Caracas. Se suspendieron los actos masivos, y al mismo tiempo se adoptaron medidas para evitar que se afecte la población: prohibición de despidos de trabajadores, suspensión del pago de arrendamientos, entre otras.
Seis semanas después de detectados los primeros contagios, Venezuela mantiene aplanada la curva, con menos de 300 casos positivos, nueve muertos y una tasa de recuperación de pacientes del 60 por ciento. Más de 200 mil hogares son monitoreados a través del programa Misión Barrio Adentro Salud, y se desarrollan planes masivos de desinfección y de entrega de alimentos.
Con más de seis mil pruebas por millón de habitantes y una tasa de fallecidos del 0.4 por ciento, Venezuela se coloca a la cabeza de los países que mejor han manejado la pandemia, según afirman el Centro de Control de Enfermedades Infecciosas de Europa, la Universidad John Hopkins y la Organización Mundial de la Salud, OMS.

atienden a pacientes venezolanos durante la actual pandemia.
Casa por casa
Un programa de detección de síntomas, masivo y personalizado fue realizado por 20 mil profesionales de la salud desplegados a lo largo del territorio nacional, que llegaron a 152.635 personas, de las cuales 177.950 fueron visitadas bajo la modalidad casa por casa. Solo 21.919 personas presentaron estados gripales diversos. Y con la ayuda de China, Cuba, Rusia y el sistema de las Naciones Unidas, el gobierno chavista montó 573 centros de detección para infectados, y garantiza al 100 por ciento de la población el acceso a la salud.
Un programa gubernamental denominado Plataforma Patria hizo una encuesta diagnóstica para detectar posibles casos de contagio, y respondieron 17 millones de personas, lo cual indica la alta confianza de la población en el gobierno de Nicolás Maduro. Gracias a esa información se detecta a las personas sospechosas de contagio; estas son visitadas por un equipo médico, y los contagiados son recluidos de inmediato en el centro médico que corresponda, de acuerdo al desarrollo de la infección. En la actualidad Venezuela dispone de 23.000 camas para eventuales tratamientos de la pandemia.
El colosal desastre que en la conducción de la lucha contra el coronavirus se da en Ecuador, es el polo contrario. En la línea de los gobiernos neoliberales de la región, el de Lenín Moreno privilegió medidas económicas que favorecen más a los ricos que a la salud del pueblo. De esta conducta da cuenta el alzamiento popular de octubre del año pasado, que derrotó un alza en los combustibles ordenada por el Fondo Monetario Internacional.

Cuerpos en las aceras
Las noticias que provienen de ese país suramericano son desgarradoras. Los hospitales y las morgues no daban abasto para recoger los cadáveres. En apartamentos, casas, acercas, calles, los ataúdes permanecían hasta tres y cuatro días sin que nadie los recogiera.
Organismos médicos hablan de tres mil muertos en los últimos 45 días en todo el país. El gobierno de Lenín Moreno reconoce oficialmente unos 300 decesos. Sin embargo, en las últimas horas se confirmó que, en la provincia de Guayas, epicentro de la pandemia hay un desfase en la contabilidad de más de 8.000 muertos, mientras en el país se contabilizan 10 mil contagiados.
Los 8.000 fallecidos, que no estaban contabilizados, se suman a los dos mil registrados, para más de diez mil muertos, cifra que de confirmarse triplicaría la de un país como Brasil, que tiene 210 millones de habitantes, frente a los 17 millones de Ecuador.
Punto de quiebre
El Colegio Médico de Guayas asegura que “no hay duda de que la mayoría de esos decesos son a causa del contagio que no se pudo frenar por un centralismo absorbente, la falta de liderazgo de las autoridades locales y el manejo político que se ha dado a este grave problema”.75 Esta cifra, pese a lo escalofriante, podría ser aún mayor, si se tiene en cuenta el subregistro, que muchas afectados murieron sin que se les hicieran pruebas, y muchos cadáveres fueron sepultados también sin que se relazaran peritajes del virus.
“Ecuador ha llegado a un punto de quiebre, casi de no retorno. La situación en lugar de mejorar, cada día es peor. Hay una incapacidad de gestión en todos los niveles del gobierno nacional. Cada paso que da a nivel sanitario, económico, organizativo, empeora la situación”, ha dicho el prestigioso intelectual y vicecanciller de esa nación, Kintto Lucas.
El ejercicio hecho en esta nota, al mostrar dos caras de la moneda frente al virus, muestra los resultados de gestión de un gobierno progresista, de orientación democrática, como el venezolano, y otro sometido a los valores del mercado y de las políticas neoliberales de desarrollo.
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