Ventana de oportunidad y cambio político

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Antanas Mockus, Ángela María Robledo y Gustavo Petro.

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos 

El pasado 27 de mayo la ciudadanía colombiana eligió. Como es conocido, el candidato de la derecha, Iván Duque y la propuesta alternativa de la Colombia Humana encabezada por Gustavo Petro, obtuvieron los resultados que tienen al país nuevamente en una confrontación electoral. El próximo domingo 17 de junio se tendrá un resultado, que en perspectiva definirá el proyecto de país y el modelo de sociedad a seguir.

Las campañas han reacomodado sus fuerzas a partir de una política de alianzas maratónica. Por un lado, las múltiples fuerzas de la derecha se han alineado en la candidatura de Duque, sobre la premisa de impedir la amenaza de cambios sociales que encarna la Colombia Humana y que afecta notablemente sus privilegios. Las elites hegemónicas y emergentes, nacionales y regionales, terminaron reencontrándose bajo un interés común: defender el statu quo de la corrupción, el narcotráfico y la desigualdad.

Por el otro lado, y teniendo en cuenta las notables diferencias en las propuestas alternativas, Gustavo Petro ha logrado sumar el apoyo de diversas expresiones políticas tanto colectivas e individuales, encaminando la campaña en lo que puede ser una de las más arriesgadas remontadas políticas de la historia. El papel liderado por su fórmula vicepresidencial, Ángela María Robledo, logró transformar el momento popular que significó plazas llenas en un momento ciudadano mediado por un dialogo pedagógico en busca de las gentes aun temerosas de la alternativa posible.

Medios de comunicación internacionales y nacionales, opinión pública y analistas políticos de diversas corrientes ideológicas, han coincidido en ubicar el actual debate electoral entre la continuidad conocida y la alternativa contingente, lectura que comparten las fuerzas democráticas y los movimientos sociales al leer el actual momento político entre el desastre reeditado y la posibilidad de algo distinto.

Voto en blanco

Como era previsible, personalidades que compitieron en la disputa por el poder han optado por la posibilidad del voto en blanco de cara a esta nueva etapa. Los candidatos Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, como el senador Jorge Enrique Robledo e influencers de peso como Héctor Abad, Vladdo, entre otros, han manifestado su voluntad de preferir este mecanismo invocando coherencia con las posturas defendidas en campaña.

“Me pareció lamentable la incapacidad de construir un gran bloque histórico en Colombia de parte de estas figuras que han dicho voto en blanco” manifestó Petro en la entrevista que tuvo en el programa 6 AM de Caracol el pasado miércoles 6 de junio. “Lamentable porque es una oportunidad que no se va a repetir en cuatro años” finalizó, reseñando la alta probabilidad de que exista una dictadura que controle los tres poderes públicos si Duque llegara a endosarse una victoria el domingo próximo.

Premeditado o no, se fue dando la unidad de los contrarios y de los distintos, materializada en las adhesiones colectivas de la Alianza Verde, el Polo Democrático y la ASI, y en los apoyos de personalidades como Antanas Mockus, Claudia López, Ingrid Betancourt, Antonio Navarro, Clara López, las juventudes liberales, artistas, músicos, escritores, etc. Un bloque de centro-izquierda comprometido en una agenda progresista cuya potencia es la transformación social de Colombia.

Con la confección de este bloque, que se ha llamado “Coalición por la paz y la vida”, el voto en blanco termina siendo un significante vacío, una posición cómplice pues estaría contribuyendo al retorno dramático del pasado: las fuerzas reaccionarias del país nuevamente en el poder político.

La ventana de oportunidad

Una de las conclusiones que arrojaron los resultados de primera vuelta es que una mayoría social, de composición plural, no solo aborrece el orden social corrupto y colapsado, sino que demanda un futuro diferente. Un descontento espontáneo y horizontal, cristalizado en casi 10 millones de votos representados en las candidaturas alternativas. Una expresión libre de la maltrecha y desgastada democracia colombiana.

Las movilizaciones sociales y culturales de la campaña, le fueron dando al escenario de la política una interpretación de politización progresista al demandar más democracia y justicia social, más educación y salud como condición vital de la existencia, más humanidad y preservación de la naturaleza, más política y menos politiquería.

Esta expresión, que puede leerse como una separación acelerada entre “la gente común y corriente” con las históricas élites políticas, formula la hipótesis de la ventana de oportunidad para la victoria electoral de una fuerza popular y ciudadana, que ya no encarna un hombre y una mujer en específico, sino un proyecto común que propone la configuración de un gobierno de cambio, hasta ahora nunca antes visto en Colombia.

Ventana de oportunidad que no se cierra si los resultados son adversos el 17 de junio, pues estará como tarea la organización del torrente popular y la continuidad de la agenda progresista en los territorios de cara a la disputa del poder local en el escenario del 2019.

El cambio político

Sin embargo, la particularidad que arroja el actual escenario del teatro político, es que nunca antes una propuesta anti-establecimiento había estado tan cerca de llegar al poder. La historia republicana de Colombia se ha caracterizado por el mantenimiento de una institucionalidad formal que agencia injusticias, violencias y conflictos, y que resiste a toda clase de revueltas y subversiones. Establecimiento que ha sido administrado por un puñado de familias y elites, hegemónicas o emergentes, en el propósito de conservar su inamovible estructura de dominación.

El proyecto de la Colombia Humana encarna un temor histórico y real en «los de arriba»  de perder la conducción de la estructura sociopolítica y económica del país. Razón básica que permitió la unidad automática de quienes representan esta propuesta basada en lo que la Coalición Colombia ha resumido como “los mismos con las mismas”. Le tienen pánico al cambio.

Al proponer un giro democrático llamado “acuerdo sobre lo fundamental”, Gustavo Petro, Ángela María Robledo y el conjunto de fuerzas que hoy se adhieren a la Colombia Humana, abren la posibilidad de un verdadero cambio político. Una ruptura que anticipe un nuevo orden social, priorizando en el centro de la política las necesidades y anhelos de la mayoría hasta ahora ignorada.

Las cartas están echadas y la última palabra la tiene Colombia.