Vindicación de Santrich

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Foto twitter Agencia Prensa Rural.

José Ramón Llanos

Uno de los grandes de América, paradigma universal de valentía y dignidad, José Martí, elaboró la máxima que debe guiar a un hombre que lucha por el rescate de la independencia y la soberanía de una nación, que significa el rescate y la dignidad de un pueblo: “Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”.

Para valorar a Jesús Santrich, el único rasero posible está en el contenido de este concepto martiano. No se debe olvidar que él en su objetivo de construir una patria grande, sin exclusiones, realmente soberana, decidió, sin cálculos mezquinos, sacrificar su juventud, su vida en aras de este propósito. Entregó tras esta hermosa utopía, su halagüeño futuro, su elevada inteligencia, su excelsa sensibilidad estética de dibujante, poeta y narrador y sobre todo su valentía y dignidad impar.

No es accidental que Jesús Santrich sea el miembro de la FARC objeto del montaje de la CIA para sabotear el proceso de paz, y desatar una oleada de propaganda infame que deteriore la imagen del partido político de la exguerrilla. Su personalidad, su entereza moral y actitudes, han sido positivamente valoradas allende las fronteras, como lo demuestran los reconocimientos internacionales recibidos, el más reciente, el galardón concedido por el Comité de Dinamarca la Esperanza.

Por su accionar de revolucionario, por su vida, ceñida a sus principios y valores humanos, Santrich no es extraditable, a pesar de la humillante genuflexión del presidente Juan Manuel Santos y el Fiscal Néstor Humberto Martínez, ante las peticiones de Estados Unidos exigiéndoles con triquiñuelas y trampas su extradición. La enorme dignidad de Seuxis Hernández, frustrará los intentos de condenarlo a cadena perpetua, para satisfacer la morbosa prepotencia del imperio americano. La razón, es obvia, este luchador revolucionario, no es un hombre común, no tiene naturaleza humillable. En él va, como diría Martí, “el decoro de muchos hombres, va un pueblo entero”. Él enarbola sobre todo el decoro. Por tanto, no es extraditable, es un asunto de dignidad.

Como Sandino, como el Che, como Marulanda, Santrich vive, lucha y morirá aferrado a sus principios y banderas, con la mirada desafiante puesta en el horizonte donde se hallan esculpidos en letras de fuego los objetivos de su lucha revolucionaria, pensando en la reivindicación del pueblo colombiano. En síntesis, Santrich, para frustración de sus enemigos, morirá en Colombia, con la admiración y respeto de sus compatriotas.