Nelsy Contreras García
La Ley General de Educación (Ley 115/94), establece como uno de los fines de la educación la formación en el respeto a la vida y demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, y también en el ejercicio de la tolerancia y la libertad (Art. 5). Como vemos, este principio es amplio y refleja el sentir y el accionar de una sociedad, pero dada la descomposición social existente en el país se convierte en letra muerta.
El sistema educativo colombiano ha estado permeado por una violencia estructural que tiene sus raíces en las grandes desigualdades sociales fincadas en un sistema capitalista patriarcal, que como vemos tiene diferentes raíces asociadas a factores culturales que se reproduce en los entornos escolares y se reflejan en la convivencia entre mujeres, hombres y personas con orientación sexual diversa.
La Política Pública de Convivencia Escolar en Colombia es entendida como “un conjunto de sucesivas iniciativas, decisiones y acciones del régimen político frente a situaciones social y culturalmente problemáticas y que buscan la resolución de las mismas o llevarlas a niveles manejables”, según el profesor André-Noël Roth.
Las políticas públicas de convivencia buscan frenar la violencia basada en género ocurrida en contextos propios de la comunidad educativa; es un fenómeno complejo cuyos orígenes son diversos, pero siempre ligados a la cultura, factores que inciden en la violencia escolar contra las mujeres en contextos educativos.
La Ley de Convivencia Escolar de 2013 y su Decreto Reglamentario1965, pone de manifiesto los tipos de violencia escolar contra las mujeres por parte de sus compañeros: el acoso escolar (bullying), ciberacoso escolar (ciberbullying), violencia sexual, vulneración de los derechos de las niñas y adolescentes.
En dicha ley, el Estado dejó por fuera los problemas estructurales que están íntimamente ligados con factores socioculturales. En el análisis vemos que existe multiplicidad de factores que guardan estrecha relación con enfoques socioeconómicos, enfoque educativo, enfoque de personalidad individual, enfoque de interacción y el enfoque de las culturas de género.
Los enfoques en mención se hacen presentes en las dinámicas escolares y apuntan a la violencia en contra de las mujeres, como un círculo vicioso heredado culturalmente, como lo es el fenómeno de la violencia machista, muy presente en contextos de América Latina donde Colombia ocupa un lugar predominante.
Por lo anterior en la violencia al interior de las instituciones educativas, tienen más peso los antecedentes socioculturales, que la legislación vigente dado que la práctica se ha convertido en acciones repetitivas en donde no existe un solo factor sino un conjunto de problemáticas sociales que interactúan. Es así como la problemática de la violencia sexual al interior de las instituciones educativas cada día va en aumento a pesar que esta está tipificada como delito.
La violencia escolar ha estado presente en los sistemas educativos más comúnmente en contra de la mujer. Históricamente ha sido un fenómeno complejo, porque como se dijo anteriormente, son múltiples los factores que lo originan; no obstante, se sigue considerando la escuela como un constructo de identidad que hay que transformar y que tiene aspectos muy positivos en cuanto al proceso de aprendizaje teniendo en cuenta que el ser humano es un ser social que mediante la interacción desarrolla sus estructuras de pensamiento y por ende su proceso de formación.