Abogadas feministas coinciden en que, más que llenar las cárceles de violadores, lo mejor es fomentar una educación con enfoque de género, para erradicar la cultura machista y de la violación
Alejandra Cano
En el debate de la Comisión Séptima del Senado sobre prevención de violencia sexual en niños y adolescentes se dieron a conocer alarmantes cifras de Medicina Legal sobre violencia sexual. Carlos Eduardo Valdés, director de la entidad, ratificó que siguen en aumento las cifras de violación y abuso infantil en el presente año, luego de presentar un informe ante la Comisión.
Muchos han sido los casos de violencia sexual hacia mujeres, niños y niñas que han conmovido al país, triste es el caso de la menor Yuliana Samboní y no menos atroz el caso reciente de la niña de Fundación, Magdalena, Génesis Rúa, asfixiada e incinerada por el feminicida Adolfo Enrique Arrieta, quien narró con frialdad cómo fueron los hechos para luego pedir perdón a la sociedad y a los familiares de la víctima por el vil asesinato de la niña. Más adelante, además, Medicina Legal determinó que la niña también fue abusada sexualmente.
Debido a estos últimos hechos de violencia sexual en contra de niñas y niños del país, miembros del Gobierno, incluso, el mismo jefe de Estado (quien, al parecer, propuso un debate público sobre el tema), han propuesto una ley que castigue con cadena perpetua a los violadores, lo cual ha generado una gran polémica entre quienes defienden esta forma de castigo y quienes no están de acuerdo.

En ese orden de ideas, para la abogada y escritora feminista, Yesenia Escobar, “no se puede pensar la violencia sexual como un asunto de individuos enfermos mentalmente: depravados sexuales, psicópatas o sociópatas que deben ser tratados en clínicas de reposo o recluidos en prisiones de forma perpetua para librar a la sociedad de sus males…El problema de la violencia sexual responde a un fenómeno cultural, pero sobre todo, obedece a un sistema machista y patriarcal, que encuentra en la opresión de los cuerpos de las mujeres, el arma perfecta para dominar el mundo, porque saben que al afectar sus cuerpos, afectan también la psiquis de estas y con ello reducen sus posibilidades de empoderamiento y desarrollo social”.
En cuanto al hecho de cómo se forma un violador, la experta en derechos de las mujeres, afirma que: “La mayoría de los violadores no surgen en el seno de “familias disfuncionales”, lugares de acopio de drogas u hospitales mentales. Surgen en el seno de familias “sanas”, heteropatriarcales y “tradicionales”. Estos han visto desde su primera infancia el trato que desde niñas han recibido las mujeres por parte de sus padres y maridos, las palabras con las que se refieren a ellas, las formas como las acosan en las calles, como hablan de sus cuerpos y de su rol en la sociedad, a lo que tienen y no tiene derecho, los comportamientos que les son aceptados y los que no…A ello se le suma lo que se les recalca permanentemente sobre lo que les está permitido como hombres, sus privilegios como machos, las conductas aplaudidas y respaldadas por la jauría, por la manada”.
Las cifras
Las cifras, según Carlos Valdés, director del Instituto de Medicina Legal, muestran la terrible realidad, pues, mientras en el 2017 se registraron 23 mil casos, al finalizar el mes de agosto de este año los casos superan los 17 mil, de los cuales el 92 por ciento permanecen en la impunidad. Valdés destacó también que en el 2017 se tuvieron 1.679 casos de violencia con menores de cero a cuatro años y este año la cifra es muy superior al registrar más de 2 mil casos.
En el 2017, en menores de cinco a nueve años, se confirmaron 3.520 casos, mientras que este año se pasó a 4.301 casos; en menores de 10 a 15 años de edad de 5.074 casos a 5.686 y en menores de 14 a 17 años de 2.928 casos la cifra es mayor este año, pues supera los 3.421 casos.
Según estos datos, el panorama es bastante oscuro para las niñas y los niños del país, quienes constituyen cada vez más, el principal objetivo de los depredadores sexuales.
La cadena perpetúa
Para la abogada Yasnaia Cuéllar, experta en justicia de género: “Ni siquiera se castiga como debe ser, pues los obstáculos con los que se enfrenta una mujer o una niña que ha sido víctima de violencia sexual son tremendos. Yo lo he vivido mucho, conozco un caso de una víctima a quien le pedían cosas absurdas, como, por ejemplo, llevar la fotocopia de la cédula del agresor para que le dieran orden de captura y la víctima era su niña en condición de discapacidad, que había sido abusada. Así pues, primero habría que dictar una cátedra de género a los miembros de las instituciones del Estado”.

Entonces, una ley de cadena perpetua para violadores no sería posible en el país, pues “Colombia tendría que cambiar la constitución Política ya que en esta se prohíben la cadena perpetua y la pena de muerte. Así que ahora solo hay más populismo en la propuesta, que posibilidades de que la ley se materialice”, argumenta Cuéllar.
Según la abogada y escritora Yesenia Escobar, “se puede afirmar que en cada hombre criado bajo el sistema machista existe un violador en potencia y si se tratara entonces de corregir el error con el encierro, quedarían muy pocos hombres en el planeta, porque en realidad son muy pocos los que han logrado romper el vínculo con este sistema y liberarse para vivir nuevas masculinidades, equilibrando la balanza en los roles de género y respetando el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos… Y si de condenas en prisión se trata, la criminología ha demostrado que cuanto más severas sean las sanciones, más impunidad se genera, porque los jueces se cohíben de imponer penas tan altas, pues ante todo siempre está presente el valor de la vida de un ser humano”.
Entonces, en cuanto a la ley propuesta sobre cadena perpetua para violadores de niñas y niños, Escobar, también analista de la justicia de género, afirma: “De nada sirve tener las cárceles llenas de violadores, cuando en la calle hay más violadores en potencia a los que no les importa seguir atacando mujeres y niñas, porque, entre otras cosas, el subregistro de violaciones indica que la mayor parte de los casos no se denuncian. Y de los casos que se denuncian no todos son condenados… En otras palabras, si bien se debe condenar la violación y al violador, así como dejar clara la necesidad de una reparación a las víctimas, la cura propuesta sigue siendo peor que la enfermedad. Acabar con el problema es en donde radica el verdadero desafío y esto sólo es posible con educación”.