El virus le pone tapabocas al DANE

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Alfonso Serrano

El Covid 19 ha puesto al descubierto las innumerables miserias del neoliberalismo. Las micros y pequeñas empresas (cerca del 90% del empleo) se cierran unas y otras no obtienen los créditos prometidos para pagar salarios; el presidente de la ANDI dice que la gran empresa no tiene caja sino para 30 días y lo mismo dicen Fenalco y Confecamaras; los contingentes de pobreza declarados invisibles, ilegales, escondidos, “difíciles” y encubiertos aparecen de forma inesperada. Ante la magnitud del hambre generada por el confinamiento y la notoria insuficiencia de la gestión del Estado, por todos lados aparece la caridad y la conmiseración solicitando dinero, mercados, colaboración con trabajo y especies; las llamadas ayudas del gobierno no llegan a los barrios pobres y el dinero de los subsidios va a parar a los bancos; los gremios bancarios anuncian como triunfo en época de pandemia el crecimiento de la bancarización: ahora los pobres tienen que inscribirse en Davivienda para que les lleguen los pocos pesos de los subsidios, dinero que reclamaban antes en las tiendas, en los graneros o en las droguerías de barrio o de pequeñas localidades. En esta situación se mide el desempleo.

La sociedad y la economía están paradas, muchas micros y pequeñas empresas han cerrado y otras no podrán resistir; lo mismo les sucede a  las medianas y grandes, en menor proporción. Los despidos se producen en forma creciente a pesar de los llamados del Ministerio del Trabajo que pide a las empresas no hacer despidos pero no los puede impedir debido a que el Estado no puede intervenir en la propiedad privada. El ejército de desocupados crece con los días, a muchos trabajadores los despiden, a otros les conceden vacaciones adelantadas, vacaciones sin remuneración o licencias y, al regresar al trabajo, han sido despedidos. Los patronos piden que los trabajadores aporten el 33% de sus salarios, la empresa otro tanto y algo similar el gobierno. Los bancos, aún con el aval de los fondos de garantías del Gobierno, niegan recursos para pago de nóminas; el Ministerio de Agricultura otorga los créditos destinados a los pequeños productores del campo a los grandes monopolios del azúcar, el biodiesel y la avicultura, entre otros.

El sector informal  (la mitad de la fuerza de trabajo) no existe como sujeto de derechos sino como número, indicador estadístico  y problema de policía; todo tipo de vendedores de calle, limpiabotas, limpiavidrios, vendedores de lotería y de minutos, perifoneo y los innumerables oficios, que ya no caben en la lista del Sueño de las Escalinatas del Maestro Jorge Zalamea, se quedan sin trabajo. Producto de  la economía neoliberal y las políticas productoras de Desigualdad  e Inequidad, todo este enorme contingente  está en paro, su sitio de trabajo, la calle, está cerrado, cerrada la plaza de Bolívar para que no increpen a las autoridades, cerradas todas las esquinas y parques en donde se instala  su actividad.

En esta grave y notoria crisis, en la que se prevén bajas significativas en el PIB (5,5 puntos, según CEPAL), el aumento considerable del desempleo (11 millones de nuevos desempleados en la región) y reducción de la actividad económica, el DANE publica cifras sobre desempleo. Nos dice que la población desocupada aumentó en 287.000 personas entre marzo de 2019 y marzo de 2020 y que, en puntos porcentuales, el desempleo aumentó sólo 1,8, al pasar de 10,8% a 12,6% en el periodo considerado, porcentaje que venía en crecimiento desde al año pasado. De otra parte,  DANE registra un aumento de 1´792.000 nuevos inactivos para el mismo periodo. Ahora, según el reporte DANE tendríamos cerca de tres millones de desocupados y 16 millones de inactivos.

El DANE, como de costumbre, clasifica buena parte de  los desempleados entre los inactivos. Ahora reemplaza la frecuencia con el caso, con la anécdota, genera cuatro tipos ideales de situaciones en el mercado laboral y mide con este rasero el desempleo. María la del restaurante, que no tiene ahorros ni créditos, que tiene parado su negocio, no está parada sino ocupada. La Gran Encuesta Integrada de Hogares tiene como universo los hogares y las personas, no los negocios; la pregunta sobre actividad económica dice “¿En qué actividad ocupó la mayor parte del tiempo la semana pasada?”. Es claro que el periodo de referencia es la semana pasada, o sea la semana anterior a la fecha de recolección, el periodo de referencia no se establece con referencia al futuro según las recomendaciones de la 16 y 20 Conferencia de Estadísticos del Trabajo de la OIT, sino con referencia a la semana pasada. Que hará María cuando pase la pandemia, esto no se sabe ni se puede suponer, lo que va ocurriendo lo deberá registrar la encuesta en las semanas de abril, mayo, etc. Si María está parada laboralmente, entonces ¿qué hace en estos días de encierro? Según las mismas cifras del DANE, el aumento de las mujeres en actividades del hogar en el periodo es considerable: 1´031.000 más en  el periódo considerado.

El caso de Andrés que está desocupado, no hizo diligencias para buscar trabajo porque como a todos nos dieron la casa por cárcel, las empresas están cerradas y no pueden ir a ver los letreros solicitando trabajadores que aparecen en fábricas, los comercios y las ventanas traseras de los taxis, ni  las páginas de empleos del periódico El Tiempo y los call center de las empresas que no contestan, etc. Según el DANE, Andrés es inactivo porque en el futuro quiere trabajar y no desocupado cesante, porque a causa del  virus perdió su trabajo;  el mismo manual de la Gran Encuesta Integrada de Hogares vigente, dice con claridad que los trabajadores sin  empleo al momento de la encuesta si no están pensionados, ni son estudiantes, ni amas de casa, ni inválidos, se clasifican como desempleados.

De otra parte, el DANE le debe una explicación clara al país sobre los cambios en la metodología de recolección, diseño de la muestra y en los instrumentos de recolección; la calidad y las series se verán afectadas como lo indica el Instituto de Estadística de México (INEGI) y las recomendaciones ya establecidas  sobre la necesidad de estudiar los impactos de los cambios en la estadística del mercado laboral sobre todo cuando no se hace recolección en paralelo con los viejos y nuevos métodos. ¿Cómo se pasa de una muestra de viviendas a muestra de teléfonos? ¿Cómo afectan los altos rechazos de encuesta telefónicas  las tasas de cobertura y las probabilidades establecidas? No es suficiente decir que cuando un hogar no contesta se reemplaza por el teléfono de la vivienda vecina, este método de tomar información de vecinos cercanos sólo funciona cuando se establecen variables comunes, en estos casos desconocidas. ¿A qué personas se selecciona, a los informantes directos o la información se le solicita al que conteste? ¿En qué consiste la reducción del formulario? Éstas y muchas otras dudas debería responder el DANE ante una auditoría seria.

Estamos acostumbrados a los malos manejos del DANE, al cambio de metodologías, periodos de referencia y categorías, como sucede en el PIB, las Cuentas Nacionales, la Encuesta Manufacturera y otros, y a los lamentables y escasos niveles de cobertura en el último censo. El estilo y práctica neoliberal de tomar a los ciudadanos como  sujetos de propaganda y no como sujetos de bienestar para ocultar las realidades económicas y sociales, disminuir la naturaleza y alcance de los impactos del virus, debe ser puesto en cuestión. Disminuir el número de desempleados y enmascaralos en los inactivos para justificar las  crecientes magnitudes no es aceptable.

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  1. ANDI calcula que el 60% de las empresas sólo tienen caja para menos de 30 días, Confecamaras informa que el 17% de empresas han cerrado y el 12,4 han reducido la planta de personal.