“No vivimos de la renta”

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Tren de Ferrocarriles del Norte de Colombia, Fenoco, que transporta carbón de las minas del Cesar al puerto de Ciénaga, departamento del Magdalena. Foto archivo

La minería y el crudo aportan importantes recursos al país por exportaciones, impuestos y regalías, pero su participación en el PIB es inferior a la industria y la agricultura. La otra parte de la riqueza la producen 22 millones de trabajadores, de los cuales 9,5 son informales

Alberto Maldonado Copello

Se sostiene con frecuencia que Colombia es básicamente una economía extractivista y rentista. Por ejemplo, afirma Petro que “la economía colombiana desde hace 30 años gira alrededor de la cocaína, el petróleo y el carbón”, que mediante estos tres (renglones) se captura riqueza de países extranjeros debido a los altos precios que constituyen unas rentas y que “nuestra economía vive, por tanto, de la renta y no de la inversión productiva o del trabajo de su sociedad”. Además, dependiendo de los elevados precios que puedan alcanzar en el mercado internacional estos tres productos generan una revaluación de la moneda nacional que incentiva las importaciones en detrimento de la producción y el trabajo nacionales, arruina la agricultura y la industria, y además, el raquítico aparato productivo colombiano, propicia el rebusque en las calles, el desplazamiento en los campos y asalariados peor remunerados. Tenemos una riqueza transferida y no trabajada por nuestra sociedad1”

Matriz minero-energética

Este diagnóstico tiene imprecisiones que amerita un análisis más detallado: primero, la producción de petróleo, carbón y cocaína tienen un peso importante en las exportaciones y los dos primeros además generan importantes recursos fiscales vía impuestos y regalías. No obstante, las estadísticas no demuestran que la economía gire alrededor de estos tres productos ni sustentan la tesis de que la economía colombiana vive de la renta; segundo, la minería, incluyendo el petróleo, pesa menos en el PIB que la industria y la agricultura juntas.

Las cifras

Los datos del DANE para el período 2005-2013 (ver tabla anexa) muestran que la agricultura tuvo una participación en el PIB de 7 por ciento  en casi todos los años; la industria manufacturera bajó del 16 al 11 por ciento, mientras que la explotación de minas y canteras, que incluye el carbón y el petróleo, comenzó en el 7 y terminó en el 6 por ciento en este período, pero entre 2011 y 2013 estuvo por encima del 10% alcanzando 11% en 2011 y 2012; en promedio estuvo por debajo del 10 por ciento en dicho periodo. Si se suma la participación de la agricultura y de la industria manufacturera en todos estos años, se ve que tuvieron una participación superior al de la minería: un mínimo de 18% y un máximo de 24%.

Además, en el período 1990-94 la minería representó 4,2% del PIB y en las décadas siguientes hasta 2005-2006 llegó al 5,2; en los últimos 30 años, contrario a lo que afirma Petro, el peso de la minería en el PIB es apenas una parte menor del total de la producción. En cuanto a la participación de la cocaína no hay datos oficiales, pero un estudio reciente de la Universidad de los Andes2 la calcula en poco menos de 2 por ciento del PIB.

Aporte por sectores

En síntesis, la minería más la explotación de crudo aportan al PIB en cifras redondas, el 10 por ciento, y el 90 por ciento restante, corresponde a los demás sectores económicos, luego no resulta muy convincente la tesis de que la economía colombiana gira alrededor del carbón, el petróleo y la cocaína. En términos de empleo la contribución de la minería aporta aún mucho menos; según la gran encuesta integrada de hogares en diciembre de 2019, el sector de minas y canteras ocupó apenas 153.000 personas, cifra equivalente al 0,7% del total del personal ocupado.

Otros sectores

La economía colombiana se sustenta en la producción que realizan cerca de 12 millones de trabajadores asalariados y 9,5 millones de trabajadores por cuenta propia (datos de población ocupada según el DANE en 2020), los cuales crean la nueva riqueza, tanto la parte correspondiente a la remuneración e ingreso mixto, como el excedente que se apropian los capitalistas, los terratenientes y el Estado. La clase capitalista colombiana no vive de la renta, vive de la plusvalía. El diagnóstico de Petro al poner el énfasis en los ingresos y ganancias extraordinarios que se obtienen en determinadas épocas en el sector de la minería y la cocaína (y demás drogas ilícitas), destaca un elemento importante de la estructura económica, pero deja de lado el hecho fundamental de que se trata de un régimen de explotación sobre los trabajadores. En la producción de petróleo y carbón se obtiene un excedente de explotación muy superior al de otros sectores lo cual se evidencia al observar que su participación en el valor agregado fue de 5,3% en 2016 pero la participación en el excedente bruto de explotación fue 11,7%.

Finalmente, la generación de un ejército industrial de reserva es un fenómeno general, lo mismo que los bajos salarios que se derivan de la lógica de funcionamiento del modo de producción capitalista y no es solo resultado de la pérdida de participación de la industria y la agricultura en el total de la economía. La tendencia del capitalismo colombiano consiste en generar permanentemente un excedente de trabajadores con respecto a sus necesidades de inversión. Es el resultado de la lógica general de funcionamiento del sistema y no de los efectos particulares de la revaluación sobre el crecimiento de ciertos sectores. Incluso en momentos de apreciación de la moneda existe siempre un ejército industrial de reserva.

Afirmar que Colombia está en la ruina es engañoso. Pone a todo el mundo en la misma categoría. La gran masa de trabajadores (asalariados y por cuenta propia) puede estar en la ruina, pero los capitalistas no.

1 https://cuartodehora.com/2020/08/23/columna-gustavo-petro/

2 https://www.eltiempo.com/economia/sectores/lo-que-aporta-el-negocio-de-la-coca-al-pib-de-colombia-439284. La economía de la cocaína, que es solo uno de los componentes de todo el universo de la ilegalidad en la que se mueve dinero en efectivo y se ‘limpia’ después con inversiones en actividades legales o financiando el terrorismo, tuvo un valor de 18,3 billones de pesos en 2018, es decir, más del doble de lo que produjo el café en ese mismo año: 7 billones. La cifra es parte de los resultados del estudio ‘El PIB de la cocaína 2005-2018: una estimación empírica’, elaborado por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (Cede), de la Universidad de los Andes. Esos 18,3 billones de pesos –valor nominal calculado en el estudio– implican que la producción de la cocaína pone en la economía 1,88 por ciento del total del PIB, mientras que el café, 0,8 por ciento en ese año.

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