
Gabriel Becerra – Secretario General de la UP
@Gabocolombia76
Los resultados político electorales de la segunda vuelta presidencial del próximo domingo 17 de junio, a favor de la gran coalición por la paz representada por Gustavo Petro y Ángela María Robledo, de antemano, se pueden calificar como históricos.
El respaldo en los últimos días, de Antanas Mockus, Claudia López, Ingrid Betancourt, Clara López y otros miles de representativos y anónimos dirigentes políticos, intelectuales y líderes sociales en el país y el exterior, como expresión de fuerzas ciudadanas independientes, demuestran que es viable poder ganar la presidencia de la república y lograr, por primera vez en toda la historia de Colombia, un gobierno distinto al de las élites bipartidistas.
No por otra razón estas élites han entrado en pánico y decidido cerrar filas de forma unánime a favor de la candidatura de la extrema derecha.
Como muy pocas veces en la historia, vuelve a sentirse con claridad esa contradicción que Gaitán identificaba entre el país político y el país nacional, entre las oligarquías y el pueblo, entre los de arriba y los de abajo sin importar el color de su partido, entre la muerte y la vida; antagonismos que aunque incomodan a algunos, no por ello han desaparecido de la historia nacional.
Evidencias de la profundidad de la crisis colombiana y de la inconformidad creciente – sobre todo de la juventud – con esa vieja clase dirigente bipartidista, tramposa, criminal y profundamente incapaz, incluso, de garantizar premisas democráticas básicas para su modernización. Ese viejo poder dominante que roba el presente y el futuro de las nuevas generaciones perpetuando la desigualdad y la guerra.
Mientras en un bando se han alineado los culpables del despojo económico en todas sus manifestaciones legales o criminales, los autores intelectuales y materiales del genocidio contra miles de ciudadanos, los militaristas con uniforme o de civil, patrocinadores del terror paramilitar que amenazan con desmontar el Acuerdo de Paz para asegurar su impunidad e impedir las reformas, los ladrones de cuello blanco en todas sus presentaciones partidistas, los culpables de los más escandalosos procesos de corrupción que al año representan 50 billones de pesos, los reaccionarios defensores del oscurantismo y el dogma religioso en contra de las libertades y la diversidad de la vida y del pensamiento, no es ético ni políticamente valido declararse indiferente.
Hay que estar del lado correcto de la historia votando por el cambio y ayudando a sumar en estos últimos días la mayor voluntad ciudadana posible por la Colombia Humana, su programa democrático y la gran coalición por la paz que representa. Hacerlo con amplitud, generosidad e inteligencia, explicando y argumentando a los ciudadanos de a pie lo que está en juego.
Hay que salir a votar con alegría y con esperanza para derrotar el miedo. El próximo lunes 18 de junio, nadie podrá desconocer la fuerza política democrática que crece en Colombia, y su papel en el gobierno o en la oposición para seguir construyendo otra Colombia posible, en paz y democracia.