Daniel García-Peña Jaramillo. Investigador y docente universitario.
Llegar a la edición 3.000 es una hazaña para cualquier publicación, pero es aún mucho más meritorio cuando se trata de un periódico comunista en un país tan profundamente anticomunista, intolerante y violento como es Colombia. Nunca ha sido fácil. Desde su nacimiento en 1957, cuando el Partido Comunista aún se encontraba proscrito, pasando por los años de censura en los sesenta, el exterminio de la Unión Patriótica en los ochenta y noventa y el periodo de la llamada seguridad democrática de Uribe a comienzos de este siglo, VOZ logró ofrecer una mirada crítica y alternativa en los momentos más difíciles para la frágil democracia colombiana. A la vez, su compromiso con la salida negociada al conflicto armado ha sido inquebrantable y su trabajo periodístico contribuyó de manera singular, no sólo para informar acerca de los diferentes aspectos de la guerra y la paz, sino también como fuente de entendimiento y canal de diálogo en momentos claves. Recuerdo en especial la importancia que tuvieron las extraordinarias entrevistas, hoy joyas periodísticas, realizadas por Carlos Lozano Guillén, QEPD, por allá en 2011, a Timochenko desde la clandestinidad, recién posesionado como Comandante de las FARC-EP tras el asesinato de Alfonso Cano, que dieron las primeras luces acerca de lo que más adelante se concretaría como los diálogos en La Habana. Con unos medios masivos cada vez más dominados por las lógicas mercantiles de los grandes emporios económicos y los discursos unanimitas, la existencia de un medio independiente y comprometido con las transformaciones democráticas es de inmenso valor. Para el bien del país, ojalá VOZ siga produciendo miles de ediciones más.