Carlos Fernández – CEIS
Las cifras de empleo y desempleo, al finalizar febrero de 2017, muestran el mantenimiento de una estructura de ocupación de la fuerza de trabajo que implica un gran desperdicio de las capacidades de la población trabajadora y, más aún, un desinterés en materia de políticas públicas por cualificar esa fuerza laboral.
La tasa de desempleo informada por el DANE fue de 10,5%, que se reduce a 9,3% al tomar las cifras desestacionalizadas, es decir, libres de fenómenos coyunturales que impactan la tendencia en el tiempo. En general, podemos decir que, en el período que va de febrero de 2010 a febrero de 2017, la economía colombiana mantiene sin trabajo a alrededor del 11,2% de su fuerza de trabajo, lo que significa un promedio de cerca de 2,6 millones de trabajadores que viven sin trabajar.
La situación de los que no trabajan a plena capacidad
En situación de subempleo objetivo, o sea, el que registran las estadísticas sin contar con la opinión de los trabajadores sobre su situación laboral, tomando las cifras del mes de febrero desde el año 2010 hasta el 2017, se encuentra, en promedio, el 11,7% de la fuerza de trabajo, lo que equivale, también en promedio, a una población de cerca de 2,7 millones de personas. De este número, el 4,2% (977 mil trabajadores) es considerado subempleado porque no trabaja un número suficiente de horas y, por ende, no recibe una remuneración acorde con su esfuerzo. El 6,5% (cerca de 1,5 millones de trabajadores), es considerado subempleado porque su trabajo es inadecuado según su nivel de competencias, es decir, que estos trabajadores se encuentran ocupados en empleos en los que no se tiene en cuenta su nivel de preparación técnica o profesional. Por último, el 9,8% de los subempleados (cerca de 2,3 millones de trabajadores) son considerados como tales en razón a que desarrollan un esfuerzo laboral que no es debidamente remunerado, es decir que sus ingresos no se adecúan a la complejidad de las actividades que desarrollan. La suma de las tres categorías es superior al total de subempleados, toda vez que muchos de ellos son categorizados como subempleados por dos o más razones y no por una sola.
Si sumamos el promedio de desempleados y el de los subempleados objetivos, nos encontramos con que, en promedio, 5,3 millones de trabajadores, es decir, el 22,9% de la fuerza laboral del país, no tienen empleo o el que tienen presenta niveles de precariedad que los condena a una insatisfacción permanente en su actividad laboral pues no se aprovechan plenamente todo su potencial.
¿Quiénes son los inactivos?
De la fuerza de trabajo nacional en edad de trabajar, la denominada en las estadísticas oficiales Población Económicamente Activa (PEA), representa, en promedio, el 63,5%, y se divide en ocupados y desocupados. El 36,5% restante se denominan inactivos. Este grupo está conformado por las personas que se dedican a los oficios del hogar, los estudiantes, los incapacitados permanentes para trabajar, los rentistas, los pensionados y jubilados y las personas a las que no les llama la atención o creen que no vale la pena trabajar.
Respecto a las personas que se dedican a los oficios del hogar, el considerarlas inactivas constituye de por sí un insulto. Afortunadamente, se ha venido desarrollando un planteamiento respecto a estas personas que garantizan la reproducción de la fuerza de trabajo, actividad por la que no reciben ninguna remuneración. Se habla, hoy en día, de la economía del cuidado, de la cual hacen parte las personas que tienen como actividad –remunerada, es decir que están incluidas entre los ocupados– el cuidado de enfermos, niños y personas incapaces de valerse por sí mismas, pero, también, las que realizan estos oficios en razón de su situación familiar. A éstas, la estadística oficial las considera inactivas. En el trimestre diciembre 2016-febrero 2017, estas personas representaron el 42,0% del total de inactivos.
Lo de los estudiantes constituye, como mínimo, una ambigüedad. Se refiere sólo a los que estudian y no trabajan. A los que realizan ambas actividades, se les considera ocupados o desempleados, según la situación. Es ambiguo porque, si bien, strictu senso, los que sólo estudian no están asociados directamente a la producción y circulación de mercancías, su actividad constituye una preparación para el trabajo. Aquí hay un campo de reflexión bastante amplio para efectos del desarrollo de la conceptualización sobre la fuerza de trabajo. En el trimestre diciembre 2016-febrero 2017, estas personas representaron el 36,6% del total de inactivos.
Los otros inactivos, por su parte, representaron, en el período señalado, una proporción del 21,3% de los inactivos.
Lo escrito sobre desempleados, subempleados e inactivos muestra lo señalado respecto al desperdicio de la fuerza de trabajo que conlleva al régimen económico del país y del conjunto de países capitalistas.