Y… el gringo ahí

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Presidente Donald Trump. Getty Images.

Alfonso Conde C.

Hay gobernantes, como el bárbaro Trump, que se sienten con derecho divino a intervenir la vida de individuos y naciones. Hay otros gobernantes que, por su naturaleza de súbditos, doblan siempre sus rodillas frente a las “insinuaciones” de los primeros que consideran mandatos ineludibles. Y hasta son capaces de llamarlos públicamente “mi presidente” sin asomo de vergüenza, como hizo recientemente la vice colombiana. A veces, unos y otros ven frustrados sus intereses y entonces patalean.

Los pataleos de la última época en Colombia incluyen desde “chuzadas” a comunicaciones, envío de sufragios y retiro de fondos a proyectos de modernización de la justicia hasta el retiro de visas a magistrados que no se arrodillan ante los mandatos de reanudar la aspersión de venenos sobre tierras y personas, y la extradición exprés de individuos acusados por el imperio, de delitos, sin la presentación de prueba alguna. Los afectados directamente son magistrados de la Corte Constitucional y de la Suprema de Justicia. La afectación individual puede ser mínima pero para Colombia el chantaje gringo es una ofensa inaceptable. Las agresiones contra la JEP son parte de la misma receta del gobierno imperial.

El presidente súbdito responde de manera reverencial a dos patronos: al gringo y al “presidente eterno” quienes suelen estar de acuerdo. Los dos patronos reaccionan de manera complementaria ante los fracasos en el Congreso y en las Cortes de la implementación de los mandatos imperiales. Mientras tanto la ultraderecha local avanza en el genocidio de dirigentes populares sin que el belicista Ministro de Defensa siquiera reconozca la sistematicidad de los asesinatos.

En latitudes cercanas la intervención gringa es aún más violenta: el fracasado golpe de estado que se programó para el pasado 1° de mayo en la República Bolivariana de Venezuela fue claramente un plan orquestado por el gobierno norteamericano con el apoyo de sus títeres en Latinoamérica y ejecutado por el autodenominado “presidente interino”, en el intento de recuperar para el gringo la riqueza petrolera venezolana. La doctrina Monroe (América para los americanos) vuelve a cobrar primera vigencia y bajo ella se agrede a Venezuela, Cuba y a otras naciones independientes.

En el año del bicentenario de las batallas libertarias del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá debemos recordar que la independencia nacional y latinoamericana aún debe ser culminada. El yugo español fue sustituido por el norteamericano. Aún nos debemos la campaña por nuestra segunda independencia.