La invasión a Cuba por vía marítima de la fuerza guerrillera liderada por Fidel Castro se convirtió en uno de los registros más importantes en la historia de Nuestra América. A 64 años de la gesta, la travesía representa no solo el inicio de la Revolución Cubana, sino un ejemplo para el continente
Harold García-Pacanchique
@HaroldGarcia95
El 25 de noviembre de 1956, de las costas de México alrededor de 82 tripulantes cubanos y entre ellos un ciudadano argentino, emprendieron un viaje que se constituyó en uno de los pasos a Cuba, por la vía marítima, más importante del siglo XX. En un yate llamado Granma que los revolucionarios meses atrás habían adquirido en pésimas condiciones tanto de navegabilidad como físicas, y que además contaba con una capacidad apta para 16 personas a bordo, pasó a ser el segundo hito de mayor relevancia para la historia de la revolución cubana después del asalto de Fidel Castro al Cuartel Moncada aquel 26 de Julio de 1953.
Este yate desembarcó el 2 de diciembre de 1956, ocho días después del arribo de los rebeldes a la pequeña embarcación anclada en una de las riberas del río Tuxpan. La incursión se dio en las costas de la provincia de Oriente, específicamente en Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de la playa Las Coloradas.
Esta acción inició los 25 meses de guerra que se desarrollaron en la mayor de las Antillas, producto de la actividad desplegada por un grupo de guerrilleros que desde México prepararon una fuerza armada popular para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista. Tras el desembarco y el primer ataque de la dictadura, El Che diría lo siguiente: “Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo imprescindible, nos introducimos en la ciénaga, cuando fuimos atacados por la aviación enemiga. Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de manglares no éramos vistos ni hostilizados por la aviación, pero ya el ejército de la dictadura andaba sobre nuestros pasos”.
Reagrupamiento
A esta situación inicial y ante la presencia en la zona del ejército dictatorial se produce un segundo golpe a tan solo tres días de la llegada de los insurgentes, causándoles graves pérdidas en la estructura, puesto que dicho ataque provocó la dispersión de la tropa, la pérdida de vidas y de armamento que se disponía para el inicio de la guerra revolucionaria.
Ante esta situación solo 17 de los 82 guerrilleros que desembarcaron del yate Granma sobrevivieron a la confrontación que tuvo como epicentro las inmediaciones de la colonia cañera de Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956. Tras el ataque la fuerza insurgente emprenderá hacia la Sierra Maestra como se había trazado en los planes anteriores al desembarco. Se lograron reunir de nuevo en la finca “El Salvador de Mongo Pérez” ubicada en Cinco Palmas.
Es allí donde las tropas del Movimiento 26 de Julio, logran por fin encontrarse el 18 de diciembre, situación que Fidel Castro recordará en el primer congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, “con siete armas se inició de nuevo la contienda en la Sierra Maestra, y al cabo de dos años el ejército de la tiranía, supuestamente invencible, había sido liquidado y el pueblo victorioso empuñaba los 80 mil fusiles que un día se esgrimieron contra la nación”.
Libres o mártires
“Seremos libres o seremos mártires”, fue la sentencia de Fidel al anunciar el 24 de noviembre a sus co-navegantes que al otro día partirían de las riberas del río Tuxpan, en México, hacia las costas de Las Coloradas en Cuba.
El comandante de esta tripulación rememoraba las palabras que en el año de 1952 pronunciaría tras llegar a México producto del exilio al que se le había obligado tras la captura que sufriría fruto del asalto al Cuartel Moncada. En el exilio, Fidel Castro afirmaría que “las puertas adecuadas a la lucha civil me las han cerrado todas. Como martiano, pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. La paciencia cubana tiene límites (…) De viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies».
La sentencia premonitoria de Fidel convertiría la gesta del yate Granma en una de las acciones rebeldes que con mayor ahínco se recordarán en las páginas de la historia de esta revolución, puesto que fue una proeza heroica de hombres y mujeres, entre ellas Celia Sánchez -que se encargaría de la logística en tierra de los navegantes-, la que produjo el llamado segundo impulso de la orientación de José Martí hacia la libertad.
Fidel así lo definiría: “Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser el autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, el Apóstol de nuestra independencia”.
La historia los absolvió
El médico argentino Ernesto Guevara, el único no cubano –hasta el momento- en la expedición del Granma, comentaría años después sobre como fue su vinculación a las tropas del M-26-7, el cual se produjo en el primer encuentro que este mantuvo con Fidel. “Lo conocí en una de esas frías noches de México y recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche –en la madrugada- era yo uno de los futuros expedicionarios”, diría El Che, revolucionario latinoamericano que llevaría a lo profundo del corazón de África y de Sur América la experiencia cubana.
Esa misma experiencia que fue tomada como valiosa y ejemplar por la gran mayoría de las expresiones armadas rebeldes del tercer mundo, la cual el mismo Guevara calificaba como la de un ejército de fantasmas, “quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico” haciendo referencia a los primeros momentos de la incursión en Cuba, la cual logró dejar en la memoria colectiva de las generaciones venideras a dicha experiencia, que solo se construye patria si se logra hacer posible lo que se quiere imponer como imposible para los pueblos.
Ante este atrevimiento histórico que duró dos años y un mes hasta lograr la victoria, Fidel declararía, “¿Quién ganó la guerra? El pueblo, el pueblo ganó la guerra. Esta guerra no la ganó nadie más que el pueblo, y lo digo por si alguien cree que la ganó él, o por si alguna tropa cree que la ganó ella. Y, por lo tanto, antes que nada, esta el pueblo”.
Pueblo que a 64 años del ya nombrado desembarco sigue redimiendo a través de la solidaridad internacional a los más empobrecidos del mundo y que además continúa demostrando que la historia absolvió a las guerrilleras/os que a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado dejaron su vida por un sueño que hecho realidad se concretó como Revolución Cubana.
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